Discrepancia abierta en política fiscal es lo que se extrajo de la intervención de Pablo Iglesias, vicepresidente de Asuntos Sociales, y la posterior de Nadia Calviño, la vicepresidente de Asuntos Económicos, en la Comisión para la Reconstrucción celebrada el jueves.
Iglesias apostaba por inversiones y una “tasa de reconstrucción” exclusiva a los grandes patrimonios. Calviño abundaba en un plan de “inversiones y reformas” en un marco fiscal más progresivo. En cambio, ni mencionó ese nuevo tributo a las grandes fortunas. Es más, defendió que “la responsabilidad fiscal y la confianza de los inversores también son claves en la recuperación”.
Esa diferencia en política fiscal deberá ahora traducirse en un Presupuesto imprescindible para que la legislatura no salte por los aires antes de 2021 y permita su duración en el tiempo.
Y es que no es la primera vez que se evidencian discrepancias en el seno del Consejo de Ministros. Cuando comenzó el confinamiento, el choque de trenes vino a cuentas de las políticas de protección. Más en concreto, por el alcance de los ERTE.
Aquello se resolvió, pero a renglón seguido otro choque. Esta vez por el ingreso mínimo vital. Volvió a resolverse y ayer el Gobierno dio luz verde a esa renta mínima.
El siguiente episodio giró en torno a la derogación de la reforma laboral, con un tremendo desgaste del Ejecutivo después de pactar con Bildu. Entonces, Calviño calificó el debate como “absurdo”, además de “contraproducente”, en este momento de una crisis económica como la actual.
En el Congreso, consiguió evitar volver a abrir esa brecha. Poco después, en TVE, la vicepresidente se limitó a decir que el Gobierno sigue centrado en afrontar la emergencia sanitaria. También, “recuperar la actividad económica y la creación de empleo”. Para nada piensa en las reformas laborales en este momento.
Una visión bien distinta de la política fiscal para este momento
Calviño, en la Comisión para la Reconstrucción, se alineó en la misma senda que apuntó Iglesias previamente, pero con un discurso bien distinto. “Inversiones y reformas”, sí, pero con una política fiscal muy diferente a la propuesta del vicepresidente segundo.
La titular de Asuntos Económicos dirige sus esfuerzos a minimizar los daños económicos para “tener bases firmes de cara a la recuperación”. Se centra en “un sistema fiscal sólido, adecuado al Estado de bienestar que queremos y que aborde la brecha de ingresos con la media europea”.
Solo subidas de impuestos a las empresas digitales y a las transacciones financieras. Ni hablar de las grandes fortunas, algo que tampoco sería bien visto en este momento por Pedro Sánchez, que contaría, también, con el respaldo de José Luis Escrivá.
Para la vicepresidente esas inversiones y reformas deben combinarse con el Fondo de Recuperación que la Comisión Europea propone. 750.000 millones de euros para afrontar la crisis económica. Un 67% en transferencias directas. Es decir, no pasan a engrosar las deudas públicas de los Estados miembro.
Eso es en lo que Calviño quiere basar la recuperación. Pero insiste en la “responsabilidad fiscal y la confianza de los inversores”, señaló en el Congreso. El déficit alcanzará el 10% y la deuda pública el 115% del PIB. Política fiscal expansiva, sí, pero sin olvidar que la capacidad para aprobar estímulos depende de la credibilidad fiscal del país.
Concluyó su intervención explicando que “la deuda es una carga para generaciones futuras. No podemos olvidarnos de la reformas para tener una recuperación sostenible”.
Difícil equilibrio el que Sánchez debe encontrar entre esas dos visiones de la fiscalidad y la economía, pero de ello depende sacar adelante unos Presupuestos en los que se juega la continuidad de la legislatura.
En algún momento nuestra Ministra tendrá que definirse.
Hacerse esta pregunta ante el espejo: ¿Para quién trabajo?
Salud/os.