Núria Galdón es Secretaria de Educación del Cte. Ejecutivo Nacional de AIRES.
Este fin de semana, en el Pati Llimona de Barcelona, hemos celebrado las primeras jornadas sobre Educación organizadas por Aires, que con el título De la educación para el conocimiento han servido para reflexionar acerca del por qué la educación pública vive sus peores momentos.
Han participado tres ponentes: Eduardo Luque (periodista), que habló de la mercantilización de la educación, Joaquín Miras (profesor), que centró su discurso en las posibilidades y límites de la institución docente, y Núria Galdón (profesora), que cerró el acto con una ponencia sobre la necesidad de que la enseñanza recupere su papel de transmisora de conocimientos.
Se destacó que el proceso de mercantilización que ha experimentado la enseñanza fue iniciado a finales de los 80, recorrió los 90 y llega hasta el momento actual. En 1989 el ERT (European Round Table of Industrialists) publicó un informe en el que “se considera la educación y la formación como inversiones estratégicas vitales para el futuro de la empresa”. Otros informes vinieron a lo largo de los 90 y sus líneas maestras fueron retomadas por la OCDE y los “Libros Blancos” de la Comisión Europea, en los que Jacques Delors tuvo un papel relevante. El objetivo de todas y cada una de las consideraciones contenidas en los textos mencionados es que los ciudadanos han de ser competencialmente aptos para un mercado laboral en constante transformación, y todo lo que no sea útil a este propósito no interesa.
Al servicio de estos objetivos está la llamada educación por competencias, entendiendo por competencia un conjunto integrado de saberes (saber hacer, saber ser y saber lograr), que permite adaptarse, resolver problemas y hacer proyectos. Se trata de una educación que anula el conocimiento si no está al servicio del mercado.
Desde la izquierda, defendemos que el SER necesita al SABER, pero al saber comprensivo, racional, libre de prejuicios y dogmatismos, para crecer en plenitud, ser dueños de nuestro propio destino, no ser manipulados y exigir lo que nos corresponde con decisión, criterio y firmeza.
Es esta necesidad la que hace que sea urgente que los centros educativos vuelvan a ser espacios de transmisión de conocimientos, pero hoy los centros educativos siguen mayoritariamente los dictámenes de los gurús que marcan líneas pedagógicas que están directamente inspiradas en pedagogos del siglo pasado cuando no de finales del anterior.
Solo se innova cuando hay libertad para crear y eso hoy brilla por su ausencia en el ámbito de la Educación Pública. Urge que la Administración sitúe a la educación como una prioridad en sus presupuestos, ya que los centros educativos están en números rojos respecto a sus recursos humanos, sin los cuales la tarea de los docentes resulta algo más que complicada por la diversidad de alumnado en Primaria y ESO.
Recientemente hemos acabado un proceso electoral que ha afectado a las comunidades autónomas que tienen las competencias sobre educación, y de lo que menos se ha hablado es de educación. Ahora entraremos en una nueva campaña electoral para renovar el Gobierno de España.
La Administración central conserva importantísimas competencias generales sobre la ordenación del sistema de Educación Pública. Lejos de las disputas personalistas, sería pedagógico que la ciudadanía pudiese escuchar a los partidos políticos sobre qué propuestas aporta para la política pública más importante de cualquier país: La Educación Pública.