En lo alto resuena un avión, pero lo ocultan las nubes. El día esta pesado como los sueños que no levantan y se quedan atrapados en la música, sin despegar, unas notas repetitivas, como las hilachas que cubren el cielo.
La vida pasa como el aeroplano y te preguntas cuál será la próxima rutina que te detenga, la próxima obligación que te atrape hasta que empieces a soñar en alturas y despegues de tu minimalismo para alcanzar ritmos nuevos, melodías exóticas y resonantes, vientos desconocidos y paisajes aun no hollados.
Y frente a tus ensoñaciones está la existencia pequeña, los pasos medidos, las costumbres cotidianas, los hábitos que atrapan, las huellas repetidas que hacen la vida segura y, a la vez, anclada.
Quizás la revolución debiera empezar desde tu propio interior, volando desde el jet de tu cerebro hasta cubrir la distancia que separa la nube de tus costumbres y la realidad de tus conexiones, infinitas variaciones sin explorar aún.
Precioso