La derrota de Netanyahu

La derrota de Netanyahu

Al cierre de estas líneas, y con algo más del 90% del voto escrutado, el partido conservador Likud de Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, habría sido derrotado, por la mínima, por la coalición de centro Azul y Blanco del ex general Beni Gantz en las elecciones generales anticipadas celebradas este miércoles en Israel.

De acuerdo con los datos ofrecidos por el Comité Electoral Central, a la formación de Gantz le corresponderían 33 escaños, uno más que a la de Netanyahu. Queda por escrutar apenas un 8%. En cualquiera de los casos, ninguno de los partidos tendría suficientes diputados para formar gobierno en solitario por mayoría.

La Lista Árabe Unida, la que representa a la minoría árabe-israelí, sería la tercera fuerza más votada con 13 butacas. Detrás, con 9 parlamentarios, el ultra ortodoxo sefardí Shas, seguido, también con 9 escaños pero con menos porcentaje de votos, del ultraderechista Israel Nuestro Hogar, mientras que lograría 8 representantes Judaísmo Unido de la Torá.

La fragmentación de la Knéset –el Parlamento israelí- es extrema. Con 7 asientos se haría la coalición derechista religiosa Yamina, 6 la coalición Laborismo-Guesher y 5 el partido de izquierda Unión Democrática. Poder Judío, considerado racista, no habría superado el umbral del 3,25% necesario para entrar en la Cámara legislativa.

Estos resultados dejar un escenario de incertidumbre puesto que las dos formaciones ganadoras tendrán que buscar acuerdos para formar gobierno. La mayoría absoluta se sitúa en los 61 escaños. En la mañana de ayer, el ex general manifestó que confiaba para “Israel un conveniente y buen Gobierno de unidad”, un guiño al pacto con otras fuerzas, entre los que podría estar el propio Likud y, más alejado, el ultra derechista de Avigdor Lieberman.

Lo cierto es que ni el bloque de los partidos de derecha, extrema derecha y religiosos, ni los de centro, izquierda coaligados con los árabes podrían formar un Ejecutivo. La llave, tal vez, la tenga Lieberman, que en los últimos tiempos se ha erigido como el defensor del laicismo y rechaza cualquier alianza con los ultraortodoxos.

Podría darse el caso, pero Azul y Blanco no quiere oír hablar de un gobierno en el que estuviera Netanyahu, por los casos de corrupción. Así, si finalmente Gantz recibe el encargo de formar un Ejecutivo de manos de Reuven Rivlin, presidente de Israel (también de Likud), tendrá que buscar otras alianzas mientras el todavía primer ministro no se haga a un lado.

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