A prisión los directivos de Afinsa

Se les condena por los delitos de estafa, insolvencia punible y falsedad de las cuentas anuales ante la estafa piramidal producida con la compraventa de sellos.
Así lo ha ordenado la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Juan Antonio Cano Cuevas, ex presidente de Afinsa, y los principales directivos tienen un plazo de diez días para ingresar en prisión y, de no hacerlo, se emitirán las correspondientes órdenes de búsqueda y captura. En julio de 2016, once de los trece ex directivos de la filatélica fueron condenados por la audiencia nacional a penas de hasta 12 años de cárcel, por una estafa de estructura piramidal que afectó a 190.000 ahorradores. Sin embargo, en noviembre de 2017, el Tribunal Supremo estimó parcialmente los recursos de casación presentados, rebajando las penas de cárcel para los cinco principales ex directivos de Afinsa, por delitos de estafa, insolvencia punible y falsedad de las cuentas anuales. Cano Cuevas vio cómo quedaba condenado a 8 años y 7 meses, y Albertino de Figueiredo, Carlos de Figueiredo y Vicente Martín Peña, ex director general de Afinsa, a entre 8 años y 4 meses y 8 años y medio de cárcel, más una multa de 100.000 euros, por los mismos delitos. Por su parte, Emilio Ballester López vio reducida la suya a 8 años y 4 meses como cooperador necesario, a la vez que la condena a Francisco Guijarro Lázaro se rebajó a dos años de prisión. Asimismo, el tribunal impuso que todos ellos, junto con el ex director del departamento jurídico de la filatélica, José Joaquín Abajo Quintana, condenado a 6 años y 3 meses de cárcel como cooperador necesario, deberían indemnizar de forma conjunta y solidaria a los 190.022 afectados con 2.574 millones de euros, y que Afinsa Bienes Tangibles SA sería responsable civil subsidiaria del pago de estas cantidades. Francisco Blázquez y Ramón Ergubide fueron absueltos.
En su resolución, el alto tribunal señaló que Afinsa, entre 1998 y 2006, aparentó hubo un incremento de más de 95 millones de euros, cuando en realidad tenía unos déficit de 2.000 millones. En su auto se detalla parte de la dinámica que llevaban a cabo. Cuando vencían los contratos y los inversores querían recuperar el dinero, “nunca procedían a realizar el Valor que, según afirmaban, tenían los ellos, sino que utilizaban las cantidades entregadas por nuevos clientes para las devoluciones de los anteriores, sin que en ningún caso su activo quedará engrosado por un bien tan valioso como se decía”. Los clientes creían que se revalorizaba por encima del interés que daban los bancos, pero no era así porque los sellos no tenían el valor que la filatélica les reconocía a efectos de sus cuentas.

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