“La voladura del Nord Stream y sus ramificaciones”, por Alfredo Liébana.

Alfredo Liébana Collado.

Cuanto más se sabe de la voladura del gasoducto, más preguntas aparecen y las respuestas son de una complicación mayor. Hay que recordar que en un conflicto bélico la verdad siempre es la primera víctima. Aunque causen muchos muertos. La guerra por definición es la sinrazón misma. Aunque se originen por muchas razones, al final siempre afloran muchos intereses, algunos confesables y otros inconfesables. El pueblo ucraniano sufre una invasión inaceptable sin duda, pero detrás hay una legión de hegemonías que se entrelazan.

En el New York Times apareció en el mes de febrero un artículo de Seymour Hersh, periodista de gran prestigio, donde sostenía que la voladura de los gasoductos Nord Stream fue preparada por el gobierno norteamericano para romper la dependencia energética alemana del gas ruso. Posteriormente en el mismo periódico se publicó otra información basada en una fuente distinta, que mantenía que resultó ejecutada por un grupo pro-ucraniano sin vínculos directos con el gobierno de Zelenski. Los objetivos de este acto terrorista serían: enviar una seria advertencia a China, debilitar a Rusia y fragilizar a la Unión Europea.

En la Vanguardia, Enric Juliana analiza que esta acción tan compleja solo pudo ser realizada con el conocimiento de alguno de los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido o Polonia, descartado argumentadamente el resto. Resulta extraño, indica, que la primera ministra británica Liz Truss dimitiera a las primeras semanas tras una sucesión de errores. La policía alemana sabe probablemente más de lo publicado, porque una cuestión es afirmar que la tripulación del yate ucraniano Andrómeda detenido sea la ejecutora y otra, que no existan otros intereses entrecruzados. Es difícil de sostener que el yate pudiera transportar los explosivos necesarios para una operación tan compleja, aunque probablemente sí serían los ejecutores de la detonación final, pero no los preparadores.

Los accionistas de la construcción de los gasoductos volados son, además de la compañía rusa Gazprom, otras empresas europeas, entre ellas las británicas; hay demasiados conocedores de sus características para descartar a ningún país. La voladura se produjo cerca de las costas de Suecia y Dinamarca y han sido dañados en total tres de los cuatro ramales existentes del gasoducto. Rusia, que afirma que están involucrados militares británicos, ha solicitado participar en la investigación y no se le ha autorizado. Hay que tener presente que uno de los países con mejores relaciones históricas con Polonia es el Reino Unido, que siempre ha actuado como contrapeso entre Alemania y Rusia; y que, además, la defensa de los países bálticos requiere una asociación cada vez más estrecha de éstos con Polonia, que tiene a su vez una gran parte de su frontera con Ucrania. La oposición en Bielorrusia estaría conforme con ese plan estratégico, pero su capacidad de influencia no es muy alentadora en la situación actual.

La voladura se realizó el 26 de septiembre, aunque el análisis llevará mucho tiempo, las consecuencias también, pues cada vez más se despertarán nuevos recelos entre los actores de este conflicto por el conjunto de enrevesados intereses existentes.

Alemania y Francia mantuvieron siempre un pulso por ver qué fuentes de energía serían beneficiadas por los fondos europeos en el periodo de transición hacia una economía verde. Al final, se alcanzó el compromiso de incluir tanto el gas como la energía nuclear. Pero, ante la actual situación de conflicto, Francia recuerda sus 56 reactores nucleares como recurso en ese proceso de transición, y cuenta para ello además con el apoyo de diez países, entre los que está el grueso de los antiguos países del Este. Al hidrógeno conseguido por medios nucleares se le denominaría hidrógeno rosa por contraposición al hidrógeno verde producido por las renovables e hidrógeno gris al obtenido a partir del gas. El proyecto de H2Med de Barcelona a Marsella y de allí a Alemania tardará todavía un tiempo en ser una realidad y claramente se llevará al ritmo que los intereses de todos los implicados presionen.

Los EE.UU. han decidido financiar con 369.000 millones de dólares las renovables, lo que unido a la fuerte ayuda del pasado año ha forzado la entrevista de Biden con Von der Lyen de la semana pasada para evitar que se produzca una competencia desleal entre ambos e impedir deslocalizaciones. A este fin la UE establecerá un sistema flexible de apoyos en función del nivel de riqueza de las regiones con el compromiso de mantener la inversión en ellas al menos durante cinco años, y con el acuerdo adicional de reforzar la producción de energías renovables en Europa con el objetivo de obtener una independencia energética real.

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