La posibilidad de suspender las sesiones del Parlamento británico estaba ahí, pero pocos o nadie creían que Isabel II accedería a la petición de Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido. Por sorpresa, el premier solicitó a la monarca la suspensión de Westminster y ella, cumpliendo escrupulosamente con la neutralidad de la que viene haciendo gala desde hace décadas, atendió el requerimiento del primer ministro.
Algunos pocos pidieron a la Reina que no accediera a la pretensión de Johnson. Jeremy Corbyn, el líder de la oposición, intentó a última hora de ayer ser recibido en Buckingham. De nada sirvió.
En consecuencia, la actividad del Parlamento queda suspendida desde el 10 de setiembre hasta el 14 de octubre. Será entonces cuando Isabel II le ha en una sesión conjunta el discurso elaborado por el Gobierno con la líneas maestras del nuevo curso político.
John Bercow, presidente de la Cámara los Comunes, no hizo esperar su reacción y calificó la maniobra del premier como “un escándalo constitucional”. “Lo vistan como lo vistan, es obvio que su propósito es impedir que el parlamento o debata sobre el Brexit y cumpla con sus obligaciones”, manifestó el speaker.
La finalización del periodo de sesiones y dar unos días antes de iniciar el siguiente es una prerrogativa del primer ministro que le otorga el reglamento parlamentario. Los diputados británicos tenían previsto volver el 3 de septiembre y estaba previsto un descanso de dos a tres semanas entre finales de ese mes y principios de octubre con el fin de que los partidos celebraran sus respectivos congresos.
Así las cosas, la decisión adoptada por el Gobierno representa la paralización de toda actividad parlamentaria hasta el 14 de octubre. “Los diputados tendrán un amplio margen de tiempo para poder debatir sobre el Brexit antes del crucial consejo europeo del 17 de octubre”, trató Johnson de adornar la medida tomada.
“Estoy escandalizado con la temeridad del gobierno de Johnson, que no deja de hablar de soberanía y se disponen a suspender el parlamento o para evitar de escrutinio de su plante un Brexit sin acuerdo”, ha dicho Corbyn. “Es un escándalo y una amenaza para nuestra democracia”, señaló.
El 31 octubre es la fecha límite para la salida de Reino Unido de la Unión Europea y los parlamentarios que quieren evitar un Brexit sin acuerdo tendrán apenas dos semanas para aprobar cualquier iniciativa.
Con esta maniobra, Johnson se asegura acortar los tiempos para que se pueda aprobar una resolución que bloquee sus planes. Así, vuelve a ganar peso una posible moción de censura. Incluso Dominic Grieve, diputado conservador y uno de los mayores detractores del Brexit, deslizó que respaldaría derribar al Gobierno sin ningún tipo de duda.
También Philip Hammond, ex ministro de Economía que combatió hasta donde pudo evitar un divorcio abrupto, también se ha manifestado en Twitter airadamente: “Sería un escándalo constitucional que se impidiera al Parlamento ejercer su función de control al Gobierno en un tiempo de crisis nacional como la actual. Es profundamente antidemocrático”, escribió.
Johnson trata de presentarse ante la opinión pública como el defensor de la voluntad popular. Ésta, dice, se expresó en el referéndum del Brexit de 2016 y él combatirá los intereses políticos y las maniobras del Parlamento.
Una fuente del Ejecutivo señalaba al diario The Times: “Esta coalición de antidemócratas debería ser honesta con la ciudadanía británica”. “Están en contra de que abandonemos la UE, sea del modo que sea. Y este Gobierno cree que los políticos no tienen derecho a escoger qué votos respetan y cuáles no”, señalaba dicha fuente.
Consecuencia inmediata: mientras Johnson y Westminster van a un choque institucional, la libra se desplomaba.
Johnson es un sin vergüenza declarado, payaso y exhibicionista y como no tiene principio se ha aprovechado de una anciana reina que le ocurre lo a la hermana Sabina, que la pobre no sabe si mea o si orina…