Quim Torra, presidente de la Generalitat, habría ayudado a los miembros de los CDR a perpetrar una de sus acciones, encerrarse en el Parlament el “día D”. Así lo relató ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón uno de los siete detenidos acusados de pertenencia a organización terrorista y que permanecen en prisión provisional sin fianza.
El “día D” sería una fecha señalada para esta acción alrededor del aniversario del referéndum ilegal del 1 octubre y la publicación de la sentencia del procés.
Según explicó uno de los dos acusados que reconocen parte de los hechos imputados, desde dentro de la Cámara catalana iban a facilitarles la entrada e involucró directamente a Torra. Dijo no saber lo de primera mano pero que así se lo habían dicho.
En los últimos días el president ha arreciado su discurso, inclinándose hacia la desobediencia y desafiando al estado frente a las decisiones judiciales. De este modo, hace crecer más la tensión cuando quedan cada vez menos días para el veredicto a favor o en contra de los doce líderes secesionistas.
A petición de la Fiscalía, el magistrado mantiene a los acusados en prisión preventiva basándose en que considera que hay riesgo de fuga, destrucción de pruebas y reiteración delictiva, los tres riesgos previstos en la ley.
De acuerdo con todos los indicios, el juez García Castellón entiende que los presos serían parte de los denominados ERT, equipos de respuesta táctica de los CDR. Desde los tiempos de Terra Lliure no se había calificado como terrorista a un grupo de la facción más radical del independentismo catalán.
Sólo una décima parte de veracidad exige que ese individuo, Torra, sea expulsado de la presidencia de la Comunidad Autónoma. Si no cree en el organismo que preside, no puede estar al frente del mismo. El Estado no debe jugar a batallitas, ni siquiera linguísticas, con quien pretende utilizar la Institución como arma.
Resulta incomprensible que no se llame a las cosas por su nombre, creo que en base a una falsa corrección política o por eso tan manido, creo que por una laxa interpretación de la «libertad de expresión» (Ojo, no la niego y quiero que se potencie sin limitación racional), pero eso, racional.
Entiendo que practicando la incorrección (política) en el asunto de Catalunya (Cataluña), no tiene por qué perderse la educación, ni tampoco ofender a nadie, aunque como se sabe, las verdades ofenden.
Para mí son verdades obvias el trato verbal despreciativo, y practicado menos cuando les interesa, empleado en múltiples ocasiones, no ya por el ciudadano de a pie, si no por sus representantes , que parecen olvidar que también representan al «estado español» al que suelen referirse a modo de una cosa alejada y extranjera.
No es tolerable que algunos ciudadanos, parte del Estado, aunque sean centenares de miles, pregones falta de libertad, opresión-represión, injusticia, …. cuando se pasan por debajo de su poltrona la leyes e instituciones establecidas y nadie abre la boca para decir «Chicos, no, por ahí no. Eso tiene un coste y lo teneis que pagar, porque vuestra libertad de expresión lo vale».
Nos quedamos atónitos esperando, que sin hacer ruido, se aplique la ley, la penalización o coste, eso que dicen que «no tienen». Y es verdad, a ellos no se les dice ni hace nada.