El estado de Nuevas Gales del Sur, en Australia, se ha convertido en el epicentro del último brote de coronavirus en el país. Este sábado se ha notificado un nuevo récord de contagios, con más de 1.500 positivos en sólo 24 horas y cuatro muertes.
Así, el oeste y suroeste de Sídney son las zonas donde el virus está golpeando más en este nuevo brote. No obstante, según informa el Ministerio de Salud de Australia, en este sábado ha aumentado la incidencia en otras áreas del estado.
Brad Hazzard, ministro de Salud del estado, señaló que la última jornada ha sido la segunda con más demanda del servicio de ambulancias. Por tanto, aumenta la presión hospitalaria a causa de este nuevo brote, que se atribuye a la variante delta.
Así las cosas, en Nueva Gales del Sur se superaron los 1.000 casos diarios por primera vez desde que llegó la epidemia a Australia. Gladys Berejiklian, primera ministra del estado, avisó hace una semana del peligro.
“Como he dicho anteriormente, el mejor consejo sanitario que tengo es que prevemos un pico de casos en la próxima quincena”, apuntó. Y es que este estado australiano lleva diez semanas de confinamiento estricto.
No obstante, y pese al aumento de casos, las autoridades han decidido relajar algunas medidas restrictivas allí donde la incidencia es menor.
Se da la circunstancia de que Australia, con 25 millones de habitantes, fue uno de los territorios menos afectados por el virus. Su lucha contra el coronavirus tuvo éxito gracias a las estrictas medidas adoptadas.
El país llegó a mantener sus fronteras internacionales cerradas, salvo unas pocas excepciones, desde marzo de 2020. En cambio, buena parte de su población vuelve a tener que encerrarse debido a la variante delta.
Además, la campaña de vacunación va demasiado lenta debido a que parte de la población tiene difícil acceso a las vacunas.
El balance de contagios y muerte en Australia hasta el momento es de 58.200 casos y 1.032 fallecimientos, aunque la Universidad Johns Hopkins eleva las cifras 59.951 y 1.036, respectivamente.