Resumen histórico del socialismo español (10)

Por Eusebio Lucía Olmos.

10.- La clandestinidad (1939-1970)
El nuevo sistema político unió a esta campaña represiva una feroz persecución de los partidos políticos, a los que se impidió por todos los medios su reorganización y funcionamiento. Ello no fue obstáculo para que muchos socialistas que lograron subsistir al contienda civil, continuaran combatiendo en la clandestinidad o en el exilio, por lo que los masivos encarcelamientos no impidieron mantener una cierta actividad de las organizaciones. Con el estallido de la II Guerra Mundial muchos excombatientes republicanos se alistaron en las filas aliadas o en la “resistencia” francesa, luchando en distintos frentes, mientras otros exiliados fueron detenidos y encarcelados en campos de concentración nazis, como Largo Caballero.
Tras la derrota de los fascismos, las fuerzas políticas en el exilio albergaron nuevas esperanzas sobre las posibilidades de la restauración democrática en España, suponiendo el apoyo de las potencias vencedoras. Los socialistas, por su parte, bajo el liderazgo de Indalecio Prieto, intentaron formar una nueva alianza con los republicanos, al tiempo que algunos grupos de guerrilleros colaboraban con los comunistas en el mantenimiento de determinados focos de resistencia armada en el interior. Sin embargo, la propia evolución de los acontecimientos internacionales y la preocupación que suscitó entre los aliados la expansión comunista en varios países centroeuropeos, acabó dando lugar a una modificación de posiciones, absteniéndose las potencias democráticas de dar su apoyo a los republicanos españoles en su enfrentamiento con el régimen franquista.
El partido salió de la guerra civil no solamente derrotado, sino también dividido. Durante la última parte de la contienda habían coexistido dos núcleos de dirección: uno afecto a Negrín, y otro que había sido elegido por votación de las agrupaciones en marzo de 1939, presidido por Gómez Osorio. Esta misma división se trasladó inicialmente al exilio. Los negrinistas fundaban en el exilio francés el Centro Jaime Vera, en estrecho contacto con el PCE, reeditando El Socialista. Prieto, por su parte, lo hacía en Méjico con el Centro Cultural Socialista Pablo Iglesias, aglutinando a los seguidores de las grandes figuras del socialismo español y publicando Adelante, desde cuyas páginas mantenía la creencia de la necesidad de un amplio acuerdo entre las fuerzas democráticas, incluidos los monárquicos. Los congresos de partido y sindicato celebrados en Toulouse en 1944, dejaron definitivamente estructurada la organización en el exilio alrededor de este último sector. En 1950, con el reconocimiento del régimen de Franco por la Asamblea General de las Naciones Unidas y el regreso de las representaciones diplomáticas que años antes se habían retirado de Madrid, se abrió para el PSOE una larga etapa de clandestinidad y exilio.
En febrero de 1953, Tomás Centeno, secretario general en el interior de partido y sindicato, murió en la Dirección General de Seguridad como consecuencia de los malos tratos recibidos tras su detención, convirtiéndose en un símbolo de la represión ejercida durante este período. Dos años más tarde había en el penal de Burgos más de 1.200 socialistas, llegando a coincidir en las cárceles franquistas un total de seis comisiones ejecutivas del PSOE en el interior, que una y otra vez eran elegidas y reorganizadas y, una y otra vez, eran detenidas por la policía. Mientras tanto, los militantes clandestinos participaban en las huelgas de los años cincuenta y sesenta, así como en los movimientos de protesta universitaria.
Las sucesivas detenciones de las ejecutivas dificultaban el funcionamiento orgánico del partido en el interior, inclinando el peso de su estructura hacia el exilio, al tiempo que nuevos núcleos de jóvenes trabajadores y estudiantes incrementaban los antiguos grupos de militantes, sintonizando con los ideales socialistas. Al mismo tiempo, se había ido produciendo una importante evolución de la opinión pública, perdiéndose el miedo de los duros años de la posguerra. Muchos cientos de miles de trabajadores salieron de España en busca de mejores oportunidades de vida, adquiriendo nuevas experiencias laborales, sindicales y políticas, coincidiendo con las nuevas posibilidades de conocimientos y comunicación aportadas por el turismo que empezaba a llegar a España.

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