“¿Quién estará equivocado?”, por Francisco Estepa Vílchez.

Francisco Estepa Vílchez.

A veces, por circunstancias o por experiencias del pasado, nos posicionamos a favor o en contra en asuntos de nuestra vida. ¿Qué nos llevó a ser de un equipo de futbol o de una determinada cofradía de Semana Santa? Tal vez lo recordemos o tal vez, simplemente lo somos «de toda la vida» y no tenemos motivos para cambiar.

En Política, a muchas personas les pasa lo mismo, se sienten de derechas o de izquierdas y no recuerdan el porqué, pero la política si afecta a nuestras vidas y las de nuestros hijos, lo que da motivos para, a veces, pensar si no se estará apoyando políticas que perjudican a nuestra familia. Puedo entender que alguien con un gran patrimonio quiera abolir los impuestos que sufragan la educación pública, la sanidad pública o las ayudas a la dependencia… a fin de cuentas son servicios que tal vez no necesita o que se los puede pagar de su bolsillo. También puedo entender que algunas personas estén dispuestas a apoyar a un partido político que no cumple la Constitución, a pesar de fingir que lo hace, pero que ha sido condenado por corrupción y ahora la justicia le investiga por utilizar dinero y recursos del Estado para hacer la guerra sucia a otros partidos políticos o incluso a algún extesorero propio. El fanatismo a veces es consecuencia del miedo y el miedo a la libertad y la igualdad es muy intenso en algunas personas de este país.

Lo que me cuesta más entender, es que una persona de clase trabajadora o un autónomo, que necesitan de los servicios públicos para mantener su estado del bienestar y que no pueden pagarse de su bolsillo sanidad o educación privada, apoyen políticas que van en contra de sus propios intereses. Parece un contrasentido sentirte que eres de derechas, cuando en realidad tu situación social está en la izquierda y necesitas sanidad pública, educación pública, servicios públicos, ayudas a la dependencia, políticas de igualdad, derechos laborales que eviten la explotación, que los impuestos sean proporcionales y progresivos a las rentas, transportes públicos, etc.

Para todos esos trabajadores que se sienten de derechas, ninguna de las políticas a las que votan van a su favor… les recortan derechos laborales, recortan o privatizan la sanidad, les animan a contratar planes de pensiones privados o dificultan las oportunidades para que sus hijos puedan ir a la Universidad, pero sin embargo se sienten orgullosos sólo con llevar una pulsera que les hace sentir que son más españoles de sus vecinos del barrio o los compañeros de la fábrica.

Puede resultar difícil querer aceptar cuando nos equivocamos, pero saber que estamos equivocados y no querer aceptarlo y cambiar, es mucho peor.

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