“No olvidar”, por Manuel Fernández Palomino.

Manuel Fernández Palomino.

Manuel Fernández Palomino es senador del PSOE por Jaén.
Me llega la noticia de la muerte del que fué muchos años mi médico de cabecera; una persona buena y un profesional admirable. Sabía, con una sola mirada, trasladarte lo que no estabas haciendo bien, lo que había que cambiar; hombre de pocas palabras, de esos que te generan confianza a los pocos segundos de conocerlo. Un Médico de Familia, con las mayúsculas fijadas a conciencia.

La terrible pandemia está llevándose a numerosos profesionales de la Sanidad, la primera línea de una batalla desigual, en la que, en ocasiones a costa de su propia vida, han sido y son el parapeto de un país que no debe olvidarles nunca.

Y no olvidar es una expresión que exige, en primer lugar, capacidad crítica para entender y asumir todo lo que ha ocurrido en este país con la Sanidad Pública. El daño hecho por privatizaciones y recortes, la monstruosidad de priorizar el beneficio económico de unos pocos, en lugar de proteger y desarrollar, con todos los medios posibles, la salud de la población. Y mal camino llevamos si quien destrozó buena parte de lo construido se desentiende de su responsabilidad. Sí, son responsables. Sí, se equivocaron. Sí, dañaron la capacidad de defensa sanitaria de este país. Y sobre todo, sí, toca hacer las cosas de otra manera. El maltrato economicista de la derecha contra la Salud, enriqueció a unos cuantos, y fue un golpe directo también a la piel y al corazón de toda la ciudadanía.

Pero no voy a ser incauto ni inocente. Las señales de esta derecha cerril no van por el propósito de enmienda, ni mucho menos. Ya lo dejaron claro apagando vilmente al son de sus caprichosas caceroladas los aplausos de toda una ciudadanía, que, desde el corazón, ha querido rendir homenaje día tras día, desde sus balcones y a golpe de aplausos y de lo mejor de sí mismos, a sus héroes y heroínas de batas blancas. La derecha es así; igual que vió en la salud una oportunidad de ganar dinero, aunque fuese a costa de empeorar sensiblemente los servicios, ve una oportunidad en los corazones de la gente, sabiendo del ruido explosivo de una cacerola, y la posibilidad de instrumentalizar la bondad de quienes solo deseaban decir “gracias por estar ahí”. Lo que para todos es una estrategia indecente, para la derecha es su forma de hacer política. El “todo vale”.

Pero las señales más nítidas de que esta derecha es la misma de las privatizaciones de la Sanidad Pública, han llegado esta última semana. El escándalo de una presidenta de Comunidad Autónoma tan crucial como Madrid, presionando hasta la dimisión a su directora de Sanidad, para que obviara toda indicación técnica y se saltara el respeto a la salud y la vida de los madrileños, con el “digno” objetivo de “colar” al gobierno una situación totalmente irreal, es lo más miserable que hemos visto estos meses. Y hemos visto muchas cosas. Es la misma foto de las privatizaciones: priorizar el beneficio económico de unos cuantos, por encima de la salud y de la vida de las personas. Es tan grave, que en otras circunstancias ningún político hubiera aguantado cinco minutos más en su sillón tras descubrirse la demoníaca jugada.

Ese mismo vaho “anti personas” lo calca nuestro presidente de la Junta de Andalucía, poniendo en tela de juicio el criterio técnico de los expertos al no alcanzar dos de las ocho provincias andaluzas los parámetros necesarios para poder llegar a la fase 1 de desescalada. Se llega a dar a entender por Moreno Bonilla una especie de vendetta política contra Andalucía, en unas declaraciones que rezuman irresponsabilidad, demagogia, y lo que es peor, una enorme falta de respeto por la ciudadanía andaluza a la que representa, y que, por encima de todo, quiere preservar su salud y la de sus familias.

Y mientras tanto, Casado, dos días después de intentar alejarnos, entre insultos insufribles, del estado de alarma que tan buen instrumento ha resultado ser, se viste de investigador y se hace la última de sus incalificables fotografías pidiendo un pacto para I+D+I. Aún resuenan los recortes del PP en Ciencia, y esos presupuestos que, aún cercenados, no llegaban a ejecutarse ni al 30 por ciento… No, no parece que esta derecha esté dispuesta a hacer propósito de enmienda.

El hedor a insolidaridad social y el tufo a derecha privatizadora insensible a los problemas y necesidades de la ciudadanía es el mismo, no han cambiado, y no van a cambiar. Queda toda una aventura política por delante. Una izquierda empeñada en salir del episodio más difícil de nuestra historia democrática contemporánea, y hacerlo sin que nadie quede atrás, con la salud como prioridad, y la vida y el futuro de los compatriotas como enseña. Y hacerlo frente a una derecha que no entiende de otras prioridades que derribar al gobierno, con el instrumento que sea, con la indignidad por bandera, y anteponiendo el odio o la mentira a la propia salud de los españoles. La mejor manera de salir era hacerlo unidos.

Pero nos han dejado claro que no contamos con ellos.

Mientras tanto, fijemos a fuego nuestra voluntad de no olvidar. No olvidar a quienes nos dejaron, no olvidar a quienes nos ayudaron jugándose la vida, no olvidar tampoco a quienes entorpecieron y a quienes optaron por dividir y restar, mientras la inmensa mayoría de compatriotas se empeñó en sumar y en vencer.

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