El MWC, cancelado por el coronavirus

El MWC, cancelado por el coronavirus

El coronavirus alcanza dimensiones económicas inmensas, a tal punto que ha llevado a que el Mobile World Congress (MWC) sea cancelado. Las últimas deserciones han provocado que GSMA, la organizadora del salón, reuniera de urgencia ayer a su consejo para decidir si cancelarlo o posponerlo. La decisión final ha sido lo primero.

AT&T, Vodafone, Deutsche Telekom, Intel, BT y Facebook anunciaban en la mañana de ayer su baja del MWC. A pesar de que las autoridades españolas y catalanas insistieron en que no había riesgo sanitario, han podido más las bajas de las grandes compañías.

La cancelación del salón supone un coste millonario para las empresas y para Barcelona. Se esperaba, pero cabía la posibilidad de que solo se pospusiera. No ha sido así.

“El GSMA ha decidido cancelar el MWC 20 por la preocupación global que ha generado el brote del coronavirus, viajar y otras circunstancias que hacen imposible que se pueda continuar con el evento”, rezaba el breve comunicado emitido por John Hoffman, máximo responsable del evento.

“Las administraciones respetan y entienden la decisión. Continuaremos trabajando con las autoridades locales al unísono y nos apoyaremos para el Mobile World Congress 2021 y ediciones futuras”, añadía.

El desastre se desató cuando el 5 de febrero LG Electronics anunciaba que no acudiría al MWC por temor al coronavirus. A partir de ahí, el goteo fue constante. La GSMA ni las autoridades españolas, incluida la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, no han sido capaces o no han sabido detenerlo.

Cisco, Intel, AT&T, Sprint, Facebook, Mcafee, Vivo, Sony, LG, TCL, HMD, Nokia y Ericsson son parte de la lista de las deserciones. Y la guinda la ponían Vodafone, Deutsche Telekom y BT. Telefónica, anfitriona del WMC, no se inclinó.

GSMA adoptó medidas excepcionales para el MWC

La organización adoptó medidas que iban desde la exigencia a los asistentes de demostrar que no habían estado en China en los últimos 14 días, pasando por la prohibición de entrada a los viajeros que vinieran de Hubei, hasta tomar la temperatura a las personas antes de entrar al recinto. Nada de ello ha podido con el temor al coronavirus, que ya se ha cobrado más de 1.100 vidas.

Tampoco ha ayudado la ampliación del plazo que los investigadores chinos aconsejaban de 14 días de cuarentena a 24 días. Descubrieron que el periodo de incubación podría cubrir extenderse a ese tiempo.

El coste de la cancelación será millonario. Solo el alquiler de pabellones, viajes, dietas, hoteles, etc. supera los 500 millones de euros. Se preveía que el MWC congregara a más de 100.000 personas de 2.800 empresas de todo el mundo. Solo de China vendrían 6.000.

Se abre un periodo de incertidumbre en el que habrá que dirimir quién paga los platos rotos, quién deberá correr con los gastos de la cancelación. Los seguros no cubren contingencias como una epidemia. De ahí que la GSMA se resistiera a cancelar el salón.

El Gobierno no había decretado la emergencia sanitaria, por lo que no existía motivo real para las bajas y para la cancelación por esa causa. Los costes deberán ser asumidos por las empresas que decidieron no acudir. Otra cosa son las compañías que sí iban a participar, que con seguridad reclamarán a la GSMA.

A todo ello se suma el caos económico que provoca en Barcelona por la falta de ingresos previstos gracias a la celebración del MWC. Para el sector hotelero y de restauración es un desastre.

No hay razón de salud pública

No había “ninguna razón de salud pública para adoptar medida alguna respecto a cualquier evento previsto en Barcelona, Cataluña o España”, insistía Salvador Illa, ministro de Sanidad.

De hecho, otras ferias y salones en Europa o en otras partes de España siguen su curso. Es el caso de Integrated System Europe (del 11 al 14 de febrero) en Ámsterdam, el Salón del Motor de Ginebra, la Semana de la Moda de París o ARCO en Madrid.

Se cuestiona, por tanto, si el papel jugado por las administraciones públicas españolas ha sido el adecuado. Joan Guix, secretario de Salud Pública de Cataluña, denunciaba una “epidemia mediática y de miedo”. Detrás de ella habría intereses económicos, competenciales y políticos contra el salón.

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