Este miércoles, María Jesús Montero, ministra de Hacienda, ha exigido a Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, que pida “perdón a los ciudadanos”.
A aquellos “con los que se manifestó, ocultándoles que él estaba trabajando también, en un Plan de Reconciliación para Cataluña”.
Un plan que también se enfocaba al “indulto al señor Puigdemont”, y manteniendo “un discurso agresivo contra cualquier acercamiento hacia la situación en Cataluña”.
Unos planes que Montero también ha dejado claro que no serían viables debido a la alianza del PP con VOX.
“Esto de que el señor Feijóo dice que no es presidente porque no quiere, ya han visto ustedes que es mentira. Lo intentó, pero es evidente que la alianza con la ultraderecha le impide llegar a acuerdos con otros grupos políticos”.
Asimismo, la ministra ha asegurado que esta es solamente la primera parte de estos capítulos de “infamia, deslegitimación, de insultos al presidente Sánchez y de ataque al PSOE”.
Cabe preguntarse, dijo, “cuáles eran las condiciones para indultar a Puigdemont. ¿No eran otras más que Feijóo fuera presidente?”.
Desde el PP, ha insistido la socialista “estaban dispuestos a hacerlo, reconociendo que la política practicada por el Gobierno era una política de éxito”
Una política “que había conseguido empezar a normalizar la situación en Cataluña”, señaló la también vicepresidenta primera del Gobierno.
Aun así, “lejos de reconocerlo, saben que ha sido el argumento principal de los ataques, de los insultos y de toda la estrategia de oposición del señor Feijóo”.
Feijóo, Rueda y las elecciones gallegas
Ante ello, Montero ha pedido a Rueda que aclare cuál es su opinión sobre las “conversaciones secretas y ocultas” que mantuvo Feijóo de “forma mentirosa”.
“Cabe preguntarse si el señor Rueda le había dado el visto bueno al señor Feijóo para que se iniciaran esas conversaciones”, comentó.
Porque Rueda ha estado “alentando la crítica al PSOE y a las políticas de reconciliación que el Gobierno de España estaba intentando impulsar, cuando sabía que el señor Feijóo estaba intentando lo mismo, eso sí, sin luz ni taquígrafos”.
Y es que, como ha asegurado la vicesecretaria general “ambas cosas son igualmente graves”. Es decir, tanto “la falta de influencia como el consentimiento a la hora de dar el visto bueno a estas conversaciones”.