El Fondo de Recuperación se encuentra, para su aprobación, con dos problemas: el mecanismo para acceder a él y la cuantía. El enfrentamiento, y el bloqueo, se hallan en que el grupo de los autodenominados ‘frugales’ quiere que cada reforma que hagan los países se apruebe por unanimidad. Este mismo grupo también quiere rebajar el importe de los fondos hasta los 700.000 millones de euros.
La Comisión Europea insiste en que son necesarios 750.000 millones y que, de ellos, 500.000 millones sean en ayudas directas y acepta que 250.000 millones sean en préstamos.
En cambio, Mark Rutte, primer ministro de Países Bajos, a la cabeza de los ‘frugales’, mantiene firme su postura en ambos aspectos. El día de hoy, por el momento no hay desbloqueo.
Rutte tendrá que renunciar a la primera las exigencias, la de la unanimidad. En cambio, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, sí está dispuesto a rebajar la cuantía del Fondo de Recuperación.
Holanda, Suecia, Dinamarca, Finlandia y Austria abogan por esa rebaja. Mientras, España e Italia, con el apoyo implícito de Portugal, conciben los 750.000 millones del Fondo de Recuperación como la cifra mínima aceptable.
El primer ministro holandés quiere que los países que más se beneficien de estos fondos hagan profundas reformas en pensiones y en el mercado laboral. Además, pretende fiscalizar dichas reformas. Tanto Pedro Sánchez como Giuseppe Conte se oponen frontalmente a dicha pretensión.
Aseguran que no permitirán que ningún país les diga en qué y cómo quieren que hacer las reformas. Más aún porque se tratan de cuestiones de profundo calado político.
Salvado ese problema, queda por solventar el otro. Mientras que los frugales insisten en que todo el fondo sea en forma de préstamos, los países del sur presionan para que dos terceras partes sean transferencias directas.
Sánchez argumenta que es el único modo para que el sistema sea “ágil y que incentive la reformas” además de que sea “eficiente”.