“Estoy harto, pero no”, por Manuel Fernández Palomino.

Manuel Fernández Palomino.

Manuel Fernández Palomino es senador del PSOE por Jaén.
Confieso que estoy harto. Harto de gastar tiempo en responder a bulos, mentiras e insultos. Harto de mirar a la derecha para pedir unidad, que es lo menos que debería exigirse en este drama. Harto de preguntarme porqué aquí no se puede conseguir un acuerdo que a fin de cuentas es para la gente y para salvar el futuro de todo un país. Harto de la desfachatez con que una parte importante de la prensa defiende la querencia al tumulto de estos radicales. Harto de las contradicciones de una oposición que ataca en el gobierno central lo que mima en las Comunidades que gobierna.

Harto de que llamen “control al gobierno” una sesión del Congreso en que solo se busca espacio para la bronca desde la demagogia barata y el embuste doloso. Harto de que, precisamente, quien no se controle sea la oposición, y que llegue, incluso, a buscar rédito político en unos muertos que son de todos, pero que sobre todo son de sí mismos. Harto de la manipulación y de las células cancerosas de las redes sociales, que, desgraciadamente, fagocitan con mucha facilidad a las células sanas.

Harto de que, un día sí, y otro también, el gobierno se esfuerce en encontrar salvavidas para todos los sectores de este país, y ver cómo se mueven los hilos de la derecha para generar falsos debates que intenten tapar el verdadero valor de decenas de soluciones que la derecha no tuvo a bien ni buscar cuando a ella le tocó gestionar una crisis. Harto de que se instrumentalice el dolor, y que no sean capaces de atender a las lecciones enormes que está dando la mayor parte de la sociedad.

Harto de que, después de esfuerzos ímprobos, el gobierno comparezca una y otra vez para trasladar propuestas, para generar remedios, para pelear recursos, para compartir preocupaciones, para hacer partícipes al resto de actores, y que la respuesta de la oposición sea la crítica al color de la corbata o el no porque no, en una estúpida, irresponsable, insensata y necia carrera por ver quién es más radical, aunque eso suponga romper toda posibilidad de remar juntos para vencer al virus, que debería ser la prioridad de todos.

Harto de perder tiempo en estar harto, tiempo que debía ir todo a construir o a reflexionar desde el duelo. Harto de que, a veces, la indignación sea capaz de impedirme ver, no sólo el inmenso problema, sino también la oportunidad, que está ahí, de fabricar el mejor futuro, de levantar cuanto antes aquello que hoy parece que se hunde, y que no vamos a dejar que se nos escape.

Pero confieso también que el hartazgo me dura poco; que es todo un lujo que no nos podemos permitir; que hay mucho por hacer, y que no hay que dejar de repetir un discurso de esperanza y unidad que España no sólo necesita, sino que nos exige. No olvidaré la imagen de un gobierno renunciando al golpe por golpe mientras era vituperado a insultos e improperios en la sesión de control del Congreso; un gobierno que, sin embargo, templa y es capaz de responder desde el orgullo y la humildad de un trabajo intenso, frente a la soberbia y el desprecio de una derecha muy imprudente; tan imprudente y disparatado que no intenta ocultar que su escenario preferido es el de una dimisión del gobierno presionado cada segundo ante sus insultos.

No sé cómo escribirá la historia este terrible capítulo de nuestra vida. No sé ni si eso importa, al menos en estos momentos. Pero la historia está condenada a buscar un hueco para quien pelea por su gente, por los suyos, por su pueblo. Así ha pasado desde el principio de los tiempos. Igual que ha guardado el rincón del desprecio a quien, teniendo responsabilidad de Estado -y la oposición también la tiene-, se olvidó de ello y buscó el que creía que era su interés, un interés detestable que, en este caso, no duda en utilizar a las víctimas por tal de coger medio cuerpo de distancia más en esa maníaca carrera por la radicalidad.

3 thoughts on ““Estoy harto, pero no”, por Manuel Fernández Palomino.”

  1. LO grave no es que la derecha la unica solucion que aporte sea el insulto, la descalificación, calumnias y crear panico. Juzgar, culpar y obstruir esas son las soluciones a un desafio mundial. Lo grave es que haya un seguimiento de rebaño, con tanto sentido critico con quienes se desviven en solucionar el problema y ningun sentido critico para quien pone piedras en las ruedas del carro.
    Como decia » no se quien»: El pueblo es necio mas paga justo, hablarle necio para darle gusto. Puede que tenga hasta razón. Animo y a seguir .

  2. Los ciudadanos están, estamos hartos, de la mediocridad de los que acceden a cargos públicos y representativos de la sociedad a la que por exigencia tienen que «dar» un servicio a cambio del sueldo derivado de los impuestos que se «dan» a la Administración.
    Difícilmente esto cambiará a corto plazo, pero llegará el momento en que para ocupar un puesto de estos, los postulados no sean los más cercanos a quienes ya tienen la «autoridad» para concederlos, si no aquellos que hayan demostrado la formación el mérito y la capacidad necesarias . Vaya, ni más ni menos que lo marcado por la Ley y si no, que eliminen las oposiciones a ordenanzas municipales .

  3. Me he sentido plenamente identificada al leer tu artículo. Ojalá, cuando este tiempo pase, todo el mundo sea capaz de hacer la misma valoración.
    Yo también estoy harta de esta derecha egoísta e incivilizada, pero no de quedarme en cada. Quedarme en casa mientras haga falta.

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