Y mañana, Navidad.
Día de reunión familiar, día de cena en familia. La Nochebuena representa el día del año en el que las familias se reúnen en torno a una mesa para compartir una esperada noche de diversión y fraternidad… y regalos, muchos regalos. «Noche de paz, noche de amor», reza y evoca un villancico.
Y no es para menos en el entorno social, económico y político que atraviesa España. También es una noche en la que comenzamos a hacer balance del año, pero en la que procuramos olvidar los malos momentos, sacar las panderetas, entonar cánticos y disfrutar de la buena compañía, echando de menos a los que ya no están entre nosotros y agradeciendo que estén los que están.
Cabría preguntarse si entre la clase política española esos deseos de paz están presentes para hacer del país un lugar mejor, de diálogo y entendimiento, de búsqueda de consenso y de soluciones. Resulta difícil imaginar a Pablo Iglesias estrechar la mano sinceramente a Santiago Abascal, y viceversa. Algo más fácil se nos antoja imaginarnos a Albert Rivera compartiendo cena y copa con Pablo Casado, eso sí, mirando de reojo a Pedro Sánchez, no se le vaya a escapar alguna oportunidad. Y qué decir de Quim Torra o Carles Puigdemont, imaginarlos felicitando sinceramente las Fiestas al juez Pablo Llarena.
En resumidas cuentas, éstas son las personalidades, o los personajes, que han centrado el foco de la actualidad política, económica y social en España a lo largo y ancho de 2018. Amén de, en el plano internacional, Donald Trump, Theresa May, Brexit, Kim Jong-un, Macron, Merkel… Los de siempre.
Pero no, no. Esta noche no es para recordar a estas personalidades, o personajes. Esta noche es para recordar que, ante todo, somos personas. Esta noche es para recordar que, ante todo, debe prevalecer el diálogo, la tolerancia, la unidad frente a las lacras que nos han azotado este año, como la violencia de género, la peor. Esta noche no cabe la amargura ni la tristeza. Esta noche es para cenar en familia, con los seres queridos. Esta noche solo cabe cruzar el descansillo, llamar a la puerta del vecino y felicitarle las fiestas.
Desde Diario Progresista, donde siempre defendemos el diálogo como la característica que nos diferencia de los animales: ¡Felices Fiestas!