A las 15:12 hora local de este domingo, el volcán de Cumbre Vieja entró en erupción en la zona de Montaña Rajada expulsando lava por siete bocas.
Esas bocas se convertirían a la postre en lenguas de fuego que arrasaron todo a su paso. Los pequeños incendios se fueron sucediendo en las áreas de bosque más cercanas. El problema era el creciente riesgo para la población, animales, viviendas, fincas y negocios.
Ante ello, el Gobierno de Canarias cambió al nivel 2 de alerta, emitiendo un ‘semáforo rojo’. Esto implica la evacuación de, previsiblemente, 10.000 personas desde ese mediodía. Al menos se han visto afectadas ocho viviendas en Los Llanos, Mazo, El Paso, Tazacorte y Puerto Naos.
Con la erupción de este domingo, son ocho los fenómenos que se han producido en la historia de La Palma. La primera fue en 1492, seguida de las de 1585, 1646, 1677, 1678, 1712, 1949 y 1971.
En las anteriores ocasiones no se pudo prever con tanta exactitud una explosión volcánica como la acontecida este año. Menos aún que se pudiera transmitir en directo.
Por otro lado, hablando en términos geológicos, se puede afirmar que una actividad volcánica como la sucedida es “habitual”. Precisamente en una isla joven –unos dos millones de años— que nació también de una erupción de un volcán submarino de 4.000 metros bajo el nivel del mar.
Son fenómenos intrínsecos en la historia tanto de El Hierro como de La Palma, pero la que es más ‘normal’ es en esta última isla. No en vano, siete de las 16 erupciones registradas desde que hay constancia se han dado el La Palma.
Asimismo, el modelo habitual de erupción que se da en este terreno es fisural de carácter estromboliano. O sea, eyección de material magmático a partir de fisuras provocadas por la presión interna.
Eso es lo que ha ocurrido en los últimos días, con enjambres sísmicos constantes y más de un millar de terremotos, casi todos de baja intensidad. Unos seísmos que apenas ha sentido la población. Pero los geólogos expertos en vulcanología lo estaban avisando desde el domingo anterior.