El rendimiento y la explosión del juego de Fede Valverde han llevado al Real Madrid a una franca mejoría colectiva. Por eso, cabe preguntarse si el empeño de Zinedine Zidane por traer a Paul Pogba, y pagar entre 120 y 150 millones de euros, tiene sentido.
Cierto es que, más allá del terreno de juego, el francés es un animal mediático y en redes sociales, algo de lo que carece el uruguayo. Esto podría ser determinante porque el fútbol merengue no solo es deportivo. Y no es menos cierto que en el Bernabéu hacen falta centrocampistas.
Valverde aporta dinamismo en el centro del campo, ese que constantemente buscaba el técnico francés en su compatriota y la directiva blanca en Van de Beek.
El Pajarito es ágil, tiene potencia y elasticidad. No es un jugador defensivo, sino que juega al primer toque, juega en corto y en largo, golpea bien a puerta y tiene precisión en el pase y en el disparo. No es casual que su titularidad en el terreno de juego haya contribuido a que el equipo gane fortaleza.
El Real Madrid ha venido desarrollando una buena política de fichajes de jóvenes talentos y no debe equivocarse. Pogba, por supuesto, es una gran baza, pero tampoco hay que olvidarse de Odegaard, cedido a la Real Sociedad, y cuya vuelta a la disciplina blanca es obligada en verano.
Esa política empieza a dar frutos y estos dos casos son una muestra de ello. Si el club de Chamartín quiere asegurarse el éxito en el futuro no puede equivocarse poniendo más obstáculos que los estrictamente necesarios.