El director de la CIA se reunió en secreto con Kim Jong-un

El director de la CIA se reunió en secreto con Kim Jong-un

El objetivo, allanar la tensión entre ambos mandatarios.
Mike Pompeo, director de la CIA, se reunió la semana pasada en secreto con el Líder Supremo norcoreano con el objeto de preparar el encuentro que tendrá lugar en junio entre Kim Jong-un y Donald Trump, para tratar acerca del desmantelamiento del programa nuclear de Corea del Norte. El presidente estadounidense ha dicho en Twitter que el resultado fue positivo y “ahora se están trabajando los detalles de la relación. La desnuclearización será algo importante para el mundo, pero también para Corea del Norte”.
El próximo secretario de Estado es uno de los hombres fuertes de la Casa Blanca, dispuesto a intervenir militarmente si Kim Jong-un no acepta la desnuclearización, una intervención que podría llegar, a juicio de Pompeo, en seis meses, un año o a lo sumo, dos, el tiempo que el régimen de Pyongyang necesita para conseguir un misil de largo alcance con carga nuclear. Pero el hecho de que la reunión entre el director de la CIA y el mandatario norcoreano haya sido positiva y se haya “forjado una buena relación” indica que, si nada se tuerce, como recordó el mismo presidente norteamericano, la cita se celebrará a principios de junio en un lugar todavía por determinar.

El primer encuentro de los dos mandatarios
Solo una vez se ha producido un encuentro al más alto nivel antes del de Pompeo y el que tendrá lugar a mediados de año. Fue en el año 2000, cuando Madeleine Albright, la entonces secretaria de Estado, se reunió con Kim Jong-il, hijo de Kim Il-sung, padre del actual Líder Supremo. Las negociaciones fracasaron. Ahora, el desafío es mayor porque Kim Jong-un ha retomado la carrera armamentística, logrando la bomba de hidrógeno y misiles capaces de llegar a territorio estadounidense. Las relaciones son muy tensas y Estados Unidos impuso medidas férreas sobre Corea del Norte, a lo que se suman china, receptor del 90% de las exportaciones norcoreanas mientras se multiplicaban las sanciones y condenas en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Todo ello llevó a Kim a dar un giro en su política exterior, primero abriendo una negociación directa con Corea del Sur, después participando conjuntamente en los Juegos Olímpicos de Invierno, luego mostrándose dispuesto a la desnuclearización, si se respetaba su régimen, y, finalmente, ofreciendo una reunión a Trump a través de un emisario surcoreano. El presidente estadounidense aceptó inmediatamente, pero la Casa Blanca subrayó que no iban a “cometer los errores del pasado. Hemos revisado lo que se hizo en anteriores negociaciones y todas condujeron a una distensión; se hacían concesiones a cambio de mantener el diálogo. Pero esta vez el presidente tiene claro que no dará ninguna recompensa a Kim Jong-un”.

Pocas expectativas
Las expectativas mínimas son la base sobre la que se asienta la posibilidad de un acuerdo. A Trump le basta con que Pyongyang abandone el programa militar nuclear, la democratización del país le importa poco, y zanjar la amenaza atómica para él sería un éxito, mientras que el Líder Supremo quiere consolidar su régimen y, posiblemente, firmar la paz con Corea del Sur, con la que, técnicamente, sigue en guerra desde 1953. Para China es bastante con que se rebaje la tensión en la zona y se asegure la continuidad de un régimen que actúa como freno ante las tropas norteamericanas estacionadas en el sur de la península coreana.
Entretanto, la relación bilateral Estados Unidos-Japón se enfría. El país nipón es un actor importante en la zona, pero la última reunión mantenida entre Trump y Shinzo Abe ha desvelado un distanciamiento creciente en dos aspectos determinantes, Corea del Norte y comercio, en esto último después de que el presidente estadounidense rebajara las expectativas de que su país se una al acuerdo de libre comercio con 11 países del Pacífico.

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