La reunión entre Pedro Sánchez y Quim Torra será un éxito en función de la capacidad que tengan ambas partes para llegar a un acuerdo que mantenga la legalidad, los derechos de todos y cada uno de los ciudadanos y la estabilidad económica, social y emocional de Cataluña y del resto de España.
La recuperación de la relación bilateral era una necesidad para los independentistas y, a su vez, una forma de mantener el diálogo por parte de la nueva orientación política de la Administración Central. El diálogo como condición es una forma sana de acción política.
Otra cosa es que la bilateralidad se enmarque en un igual a igual y, así, la deslealtad posible de los secesionistas pueda hacernos perder el tiempo a todos. De momento consideramos un éxito que se mantenga el diálogo y que las dos administraciones, el Estado y la Generalitat, se entiendan al menos en las formas iniciales.
La dificultad no es pequeña. Más autogobierno no es fácil en el tercer Estado más descentralizado del planeta. Pero, con más autogobierno o sin él, la negociación para tener en cuenta a algo menos de la mitad de los catalanes, se convierte en imprescindible. Se trata de hacer política.