“Cuando los dioses se pelean, mueren los aqueos”, por Juan José Laborda.

Juan José Laborda.

Cito de memoria el título de esta columna, que creo que será de Juan de Mairena, el sabio apócrifo descubierto por don Antonio Machado. En efecto, la broma con la Ilíada de Homero, los dioses haciendo putadas a los aqueos y a los troyanos, es también una tragedia: los hombres encuentran la muerte sin posibilidad alguna de librarse de ella, pues nada pueden ante los caprichos de las divinidades que se pelean, unas contra otras, por envidias y pura rivalidad.

No encuentro otra frase mejor para describir lo que yo pienso y siento con las circunstancias sanitarias que se padecen en Madrid, y en otras ciudades españolas. La sensación de impotencia, añadida a la percepción de que los dioses que nos gobiernan realmente no nos ven, absortos en sus pugnas y discrepancias recíprocas, y que nos producen un cabreo que se añade a la incertidumbre que la pandemia universalmente ocasiona.

Olvidemos la pobreza y la desesperación que van a llegar con la pandemia, instalada permanentemente entre nosotros. Hagamos como los responsables políticos de hoy: sólo tratamos de lo inmediato, del día a día. Así, y es el ejemplo de la jornada, nos ocupamos de una nueva especie de confinamiento (que la presidenta de Madrid no quiere); miramos nuevas fórmulas para desbloquear la elección del Consejo del Poder Judicial; y finalmente, nos inventamos un problema nuevo al decidir borrar del mapa de Madrid a Largo Caballero y a Indalecio Prieto. Por supuesto, ninguno de esos temas, temáticas que diría el fenecido señor Casamajor, garantizará el aburrimiento de los espectadores y de los aqueos.

El Consejo Interterritorial del Servicio Nacional de Salud (CISNS), el órgano que puede coordinar las gestiones sanitarias de las diecisiete Autonomías y de las dos Ciudades Autónomas, ha aprobado unas medidas para limitar desplazamientos, aforos y horarios en establecimientos urbanos, para contener los contagios del covid19.

La villa de Madrid tiene los peores índices de contagios de España, y es la capital europea más infectada. El CISNS ha considerado que 500 casos de infectados por cada 100.000 habitantes obligará a esas limitaciones. Pues bien, Madrid registra 700 casos por 100.000 habitantes, y en los barrios populares del sur los índices son muy alarmantes.

Sin embargo, la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se niega a aceptar esas medidas, y ha manifestado que “Este Consejo no puede imponer nada”. El caso es que su vicepresidente, Ignacio Aguado, miembro de Ciudadanos (en coalición con ella), aprobó personalmente esas medidas, aunque ahora calla por obligación.

La presidenta Díaz Ayuso ha cometido errores muy serios. Ha actuado con la epidemia al revés de lo que indican los expertos y la experiencia mundial. Los expertos, y el sentido común, indican que hay que combatir al virus en la calle y en los espacios de trabajo, circulación y ocio, mediante tres estrategias: diagnósticos precoces, rastreos de contactos y aislamiento de contagiados. La presidenta Díaz Ayuso construye hospitales y es partidaria acérrima de la libertad, entendida ésta como libertad de comprar, libertad para el ocio nocturno, libertad de alquilarse una Royal Suite en el centro de Madrid, o libertad de vivir en un piso pequeño y hacinado en Entrevías.

El discurso de la presidenta Díaz Ayuso es ideológico, en el sentido de que es una visión falsa de la realidad. Ella no parece haberse dado cuenta. Está satisfecha cuando confiesa su pensamiento: “Yo de Pablo total”. Ella cree que el argumentario de hace más de treinta años, la época dorada de dólares que lo podían todo, la época de Bush Jr, Aznar y Esperanza Aguirre, sigue siendo una verdad como un templo. La presidenta Díaz Ayuso no es consciente de que sus ideas no sirven, ni en Madrid, ni en el mundo. El exdirector de Acción Sanitaria de la OMS, Daniel López Acuña, ha dicho: “La comunidad de Madrid se ha refugiado en una especie de liberalismo de conductas que le hace ver como un ataque a la libertad lo que para toda la clase científica y organismos internacionales son medidas de protección de la salud de la población universalmente aceptadas”.

Pero el Gobierno de la nación, y el presidente Sánchez, tampoco salen bien parados en este drama. Ha actuado con otra especie de liberalismo, dejando que Madrid se vaya hundiendo libremente, pero no ha activado las instituciones pluralistas de encuentro y negociación. Las Cámaras parlamentarias, y destacadamente el Senado (donde existe el único órgano compartido de las Autonomías con el Gobierno de la nación) están al margen de este problema.

Dos noticias resumidas (pues hablaremos de ellas otro día). 1º) El Consejo del Poder Judicial. Cierto, Pablo Casado se niega a negociar, tal vez hasta que VOX haga su censura a Sánchez. ¿Pero, por eso, será posible elegir 12 jueces por mayoría inferior a los tres quintos constitucionales, como aparece en ciertos globos sonda del Gobierno? No lo creo posible, y además sería aberrante. 2º) El Ayuntamiento de Madrid acaba de aprobar borrar la memoria de Largo y de Prieto. Es casi seguro que un juez deniegue esa estúpida decisión. ¿Y resulta que no? Largo y Prieto, después de la Segunda Guerra Mundial, ambos proclamaron que España debía superar el horror de la Guerra Civil con el perdón, la libertad y la democracia de los países de Europa Occidental. Sus opiniones y sus palabras marcaron la acción de los socialistas y de los demócratas de entonces, hasta ahora. Ellos dos instaron la Transición pacífica. El PP y Ciudadanos, apoyando a ese insensato de Ortega Smith, deben saber que están jugando en el abismo con los ojos vendados.

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