El Consejo de Seguridad de la ONU, en entredicho

El Consejo de Seguridad de la ONU, en entredicho

Ya se ha convertido en recurrente el debate acerca de la posible reforma del Consejo de Seguridad de la ONU. Un organismo cuya principal responsabilidad es “el mantenimiento de la paz y la seguridad” en el mundo.

Sin embargo, su sistema de vetos impide su eficacia y que se puedan adoptar medidas e intervenciones de importancia.

Históricamente ha quedado que, cuando una resolución importuna a algunos de los cinco miembros permanentes, se rechaza sin contemplaciones.

Cabe recordar que componen el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas quince países. Diez de ellos se renuevan por turnos, pero cinco son inamovibles.

Son los que corresponden a Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia y son los únicos con derecho a veto.

Nacido tras la Segunda Guerra Mundial, estos miembros permanentes son el reflejo de los vencedores en aquella contienda. Pero de eso han pasado casi 78 años y hoy el mundo es muy distinto.

De hecho, así lo admitió recientemente António Guterres, secretario general de la ONU. “El sistema de Bretton Woods y el Consejo de Seguridad reflejan las relaciones de poder de 1945”, señaló.

“Y muchas cosas han cambiado desde entonces”, sentenció ante los medios en los márgenes de la cumbre del G7 en Hiroshima (Japón).

Nadie duda de la potencia estadounidense o china. Algo sí de la rusa, aunque militarmente hablando lo sea. Y algo más de la británica y la francesa, pese a su potencia nuclear.

Además, resulta irónico que Rusia asumiera en abril la presidencia rotatoria de un mes, cuando se había cumplido más de un año de la invasión de Ucrania por su parte.

Como es lógico, ninguna resolución contra la agresión rusa salió adelante. A Rusia le bastó con pulsar el botón del veto.

Guterres, a favor de reformar el Consejo de Seguridad

Así las cosas, Guterres defiende que “es momento de reformar” los marcos políticos y financieros globales. Para ello, hay que “redistribuir el poder en línea con las realidades del mundo de hoy”.

Esto implicaría, por tanto, que las principales potencias de la última mitad del siglo XX tuvieran que, al menos, compartir su peso político.

Dicho esto, sólo la Asamblea General de Naciones Unidas puede abordar esa reforma del Consejo de Seguridad. En ella sí están representados todos los países reconocidos.

En su sesión anual ya se han dado abundantes debates sobre esta cuestión y son muchos los líderes mundiales que reclaman esta reforma.

Incluso, la Asamblea cuenta con un grupo informal de trabajo, aunque no se avanza de forma práctica.

Así, la reforma supondría cambiar la Carta fundacional de la ONU. Su artículo 108 establece que para modificarla se necesita recabar al menos a dos terceras partes de los miembros de la Asamblea.

Echando cuentas, no es una cifra inalcanzable y ni mucho menos imposible, salvo por un matiz: “Incluyendo todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad”.

De este modo, las potencias históricas no parecen estar por la labor, aunque algunas tratan de arrimar el ascua a su sardina.

Por ejemplo, precisamente, Rusia y China abogan por reformar el Consejo de Seguridad para incorporar a países emergentes como Brasil, Sudáfrica o India. Resulta curioso que son potencias con las que ambos comparten el foro BRICS.

Tampoco Estados Unidos se opone abiertamente. “El Consejo de Seguridad debería reflejar las realidades globales de hoy, no las de hace casi ocho décadas”, dijo Thomas Greenfield, embajador ante Naciones Unidas.

Propuesta estadounidense

Su formato pasaría por ampliar el número de miembros y que también África y América Latina cuenten con asientos permanentes.

Y es que, como Greenfield señaló, la ONU se enfrenta a “un punto de inflexión”. No hay que olvidar que todas las sanciones recientes en respuesta a la invasión de Ucrania se han adoptado al margen de Naciones Unidas.

Resulta irónico que, precisamente, el Consejo de Seguridad es uno de los instrumentos principales para que la adopción de castigos sea vinculante.

Asimismo, hay numerosas voces que, aunque ven “urgente” la reforma del organismo, no creen que añadir más vetos solucione los actuales retos.

Entre ellos, países como España, que, junto a Argentina, Canadá, Colombia, Italia, Malta o Pakistán, entre otros, forma parte del Grupo Unidos por el Consenso. Coinciden en oponerse a “privilegios desiguales”.

El grupo defiende hacer el organismo “más democrático, responsable, representativo, transparente y efectivo”. A su vez, alejarse de “injusticias históricas”, con “una representación ampliada y una mayor voz para regiones en desarrollo y países pequeños”.

Así, Ucrania ha sido, recientemente, uno de los países más críticos con la ONU. En palabras de Mijailo Podoliak, asesor presidencial de Volodimir Zelenski, “el órgano que se supone que debe garantizar la seguridad global ya no funciona”.

“Es una burla diaria del sentido común y el Derecho Internacional”, apunta. “Es tiempo de que se bajen los pasajeros que se han subido al coche sin billete”, ha señalado en referencia directa a Moscú.

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