Editorial “Colau y la vieja política”

La decisión de Colau de romper con el PSC el pacto de gobierno municipal en el Ayuntamiento de Barcelona es el último ejemplo de una forma vieja de hacer política envuelta en el populismo y en la intrascendencia.
Porque es vieja política aquella que toma decisiones en función exclusivamente de intereses electorales, errados o acertados, pero siempre anteponiendo el tacticismo plebiscitario en busca de maximizar la posición aritmética.
Porque es vieja política descoser acuerdos de espaldas a los intereses colectivos buscando un fin, acertado o equivocado, que mejore la posición de los propios frente al todo, sectarismo contra liderazgo.
Porque es vieja política no decir qué se piensa, incapaz de liderar a las bases en la más absoluta ausencia de carisma, presa de tibieza con el fin simplemente de asumir el sufragio deseado.
Lejos queda aquella activista antidesahucios que levantaba la voz en defensa de los más desfavorecidos. Se veía venir que Guanyem Barcelona era el germen de una plataforma más amplia en busca del poder de la aritmética antes que el empoderamiento de la gente.
Nació así ´Barcelona en Comú´ como el encuentro de Equo, Podemos, Procés Constiuent a Catalunya, Iniciativa per Catalunya els Verds y Esquerra Unida. En principio la voz de aquellos sin voz aprovechando el vacío generado por la crisis de la izquierda.
Once concejales sobre cuarenta y uno es un resultado lo suficientemente pobre como para tener que obligatoriamente hacer política. Pero política con mayúscula, no la tacticista, la electoralista, la del vuelo gallináceo.
Cada día estoy más convencido de que la vieja política ha vuelto de la mano de aquellos que prometían una regeneración. Capaces de darle la espalda a los ciudadanos de Barcelona a cambio de una pose, un puñado de votos, una táctica cortoplacista o una sobreactuación impostada.