Unos investigadores de la Universidad de Colorado Mesa estaban estudiando los efectos de la descomposición de la carne humana al aire libre. De pronto, descubrieron con sorpresa que un grupo de gatos llegó al lugar a darse un festín. Nos lo cuenta eldiariony.com.
Los científicos llegaron a la conclusión de que para los felinos la carne humana es un verdadero manjar. Dejaron 40 cuerpos al aire libre durante 35 días y las cámaras colocadas para observar qué sucedía registraron que varios gatos regresaban al lugar para comer la carne.
Incluso, por macabro que parezca, algunos de esos felinos volvían a un solo cadáver y que, mayor fue su sorpresa, preferían ciertas partes del cuerpo. Uno de los gatos, atigrado, se dedicó únicamente al brazo y el pecho izquierdos de una mujer de 79 años. Otro, negro, al abdomen y al brazo de un hombre de 70.
Durante esos 35 días, los gatos volvieron sistemáticamente al lugar a disfrutar de la carne humana y de cada cadáver favorito. Melissa Connor, coautora de la investigación, señala que “cualquier médico forense sabe de casos en que un cuerpo fue encerrado con una mascota que eventualmente se comió al dueño. Si tuvieras hambre, ¿no te los comerías?”.