Cara a cara: vuelve el bipartidismo

Cara a cara: vuelve el bipartidismo

Decepción. El anunciado cara a cara no trajo un debate lleno de pasión, de propuestas, en un evidente regreso al bipartidismo que protagonizaron Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.

Los datos, los datos, mintieron según el uno y el otro. Pero los datos están ahí. No hacía falta. Los datos están en las hemerotecas, en las estadísticas.

Sánchez y Feijóo protagonizaron un debate cara a cara descafeinado salvo en lo que a políticas sociales, o territoriales, se refiere. Los datos económicos, según quién los contara, eran buenos u horrendos, pero, en ningún caso creíbles, según los dicentes

“No es verdad”, “eso no es cierto”, eran las muletillas que uno y otro ofrecieron a un público que, eso creo, esperaba más.

En ocasiones bronco, en ocasiones… menos bronco, ambos aspirantes a gobernar España ofrecieron un debate sin propuestas. Así de claro.

Como digo, los datos son los datos y son incontestables. Los podremos interpretar desde el negacionismo o el escepticismo, o desde el optimismo y la gloria de la consagración de la Comisión Europea. Pero son datos.

La cuestión era otra. Hábil, Feijóo presentó –poco creíble, por cierto– un pacto: si gana el PSOE, el PP dejará que gobierne. Si gana el PP, que el PSOE deje que gobierne. Respondía Sánchez, que se lo diga a Fernández Vara, por lo de Extremadura, si eso.

Cara a cara en políticas sociales

Es en políticas sociales y en lo referente a los pactos en lo que ambos candidatos pusieron más, digamos, emoción. Volvió a salir, no sin vergüenza para los que veíamos el cara a cara, lo de ‘Que te vote Txapote’ que tan hábilmente puso en circulación Isabel Díaz Ayuso (léase la ironía).

Fueron momentos en los que a Feijóo se le vio incómodo, fuera de juego, mientras que Sánchez tenía que replegar en otras ocasiones. Es el caso de sus pactos con Bildu.

Es cierto que el Gobierno de coalición no ha gobernado con Bildu ni con ERC, si bien es cierto que ha sacado adelante leyes con su apoyo.

Pero, en eso lleva razón Sánchez, no es gobernar con independentistas o con partidos constitucionales, pero herederos de cierta parte de la extrema radical vacas.

De lo que no se pudo zafar Feijóo es de sus alianzas con Vox. Y ahí hizo sangre Sánchez. Bien por experiencia teatral, bien por tablas políticas, era creíble.

Los pactos con Vox han pasado ya factura al PP. Veremos hasta dónde llega. Es cierto que los pactos con Bildu han mellado la credibilidad del Ejecutivo.

El Sáhara

No digamos asuntos de segunda categoría, o no tan segunda, como el cambio de postura respecto al Sáhara.

Sin embargo, al candidato popular sólo le faltaba aflojarse la corbata cuando el presidente mentaba a la ultraderecha con la que el PP ha pactado.

Guerra por los sillones, en definitiva, como los y las ministras socialistas han insistido en los últimos días. El PP los vende a según qué precio. ¿Resistirá Fernando López Miras?

El caso es que en unas pocas líneas apenas se puede resumir un debate cara a cara que, en pocas, o única, palabras fue decepción.

Apenas hubo propuestas. Ni siquiera en el minuto de oro de cada candidato. Ambos apelaron a concitar en ellos, y solo en ellos, los votos de un crisol de opciones.

Igualmente, ambos prefirieron una opción partidista que una opción de Estado. Y lo peor: que Vox haya centrado buena parte de este cara a cara es preocupante, especialmente del lado del PP.

Del mismo modo que Sánchez ha dicho por activa y por pasiva que pactará con quien sea necesario para sacar adelante iniciativas progresistas, Feijóo se escondió.

Eso sí quedó claro, aunque en el minuto de oro exhortara a recoger en sí todo el voto que no incluyera, o sí, a los votantes de Vox. Vuelve el bipartidismo.

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