Mientras que en los últimos tres años la inversión extranjera caía en Cataluña un 63,6%, en el resto de España se incrementaba un 154,3% y se disparaba en Madrid hasta un 259%. Es el resultado de la aventura independentista desde que en 2016 los secesionistas se instalaron en el poder catalán.
Así, hasta 2016, Cataluña era uno de los destinos favoritos para el capital exterior, llegando a concentrar el 31,4% que llegó a España, frente al 44,1% que aterrizaba en Madrid. En 2018, solo el 6% fue a parar a tierras catalanas, mientras que el 85% lo hacía en las madrileñas.
En el pasado año, España captó casi 49.000 millones de euros de inversión extranjera bruta, 41.180 millones netos. La inmensa mayoría de ese capital cayó en Madrid. Y en 2019 sigue esa tendencia.
A consecuencia de la desaceleración, en el primer semestre la inversión extrajera cayó un 63,1% comparado con el mismo periodo de 2018, lo que supone 17.600 millones de euros menos. Confluyen también dos circunstancias. De un lado, que el pasado año fue extraordinariamente bueno. De otro, que el primer semestre de 2019 ha sido peor que el correspondiente a 2017.
De enero a junio, Madrid concentró el 64% del flujo del capital exterior, mientras que a Cataluña llegó solo el 12%. La conclusión es clara: el independentismo catalán desluce el atractivo de Cataluña a la vez que hace relucir el de la Comunidad de Madrid.
Lo cierto es que el capital es miedoso y huye de escenarios donde el marco político es una incertidumbre. Madrid cumple con esas características de certidumbre y estabilidad política.
Con todo, la desinversión en Cataluña repercute negativamente en la economía de toda España, aunque gran parte de la inversión que habría aterrizado en tierras catalanas lo haya hecho en las madrileñas. Esto es porque otra parte de ese capital que iba a llegar no se queda en España, sino que se va a otros países.