Sirvan estas palabras que dan forma a una nueva tontería semanal escrita para hacer apología de la política aburrida, que no del aburrimiento en política: son cosas distintas. Porque a mí ya lo que me aburre es tanta política concebida como mero show, que puede tener su punto divertido, trepidante como montar en una montaña rusa: pero poco o nada ayuda a resolver los problemas de la ciudadanía de a pie: la mejora de la calidad de los servicios públicos, las ayudas a familias y empresas… En fin, todo lo que es necesario aunque no tenga tanto tirón mediático. Cada vez me recuerda más la política española actual a ciertos programas de televisión que me parecen poco edificantes.
Me da mucha pena observar que quien se mueve un milímetro de su trinchera para dialogar con calma y buscar consensos es un traidor a su causa, quien no promete épicas revoluciones o retrata a sus adversarios como agentes del caos y enemigos de las esencias patrias es un Don Nadie o una Doña Nadie. Si ésta era la nueva política, a mí que me tatúen en la frente la palabra “anticuado”. Si la política fuese un pub, yo pediría un buen cóctel de firmes convicciones mezcladas con gestión eficaz y moderación.
En fin, Sr. Gabilondo, si tuviera oportunidad de trasladarle unas palabras le diría que me encantaría estar empadronado en Madrid el próximo 4 de mayo aunque solo fuese para poder votarle. Me cae bien usted por su altura ética e intelectual y también porque no me lo imagino levantando la voz en exceso o aporreando salvajemente la mesa o la tribuna. De sobra sabe que hay quien le dice que es un soso, yo pienso que es un hombre sosegado.