“La moderación no es un proyecto político como no es la radicalidad un proyecto político”, ha dicho Cayetana Álvarez de Toledo en la reunión a puerta cerrada del Comité Ejecutivo del PP. Una clara alusión al talante de Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia, tras su incontestable victoria en las elecciones gallegas.
Precisamente, en su campaña, Núñez Feijóo ha optado por centrar su discurso en la gestión de la crisis del coronavirus y empleando un tono moderado. Es lo que ha reivindicado en este Comité Ejecutivo. Con un PP “centrado” y “templado” se puede dejar fuera del Congreso al populismo, como ha ocurrido en Galicia, sostuvo.
Varios ‘barones’ territoriales del partido, así como otros cargos de la formación defienden esas premisas de centralidad y moderación como una regla para volver a La Moncloa.
En cambio, Álvarez de Toledo sigue exhibiendo un tono beligerante, ciega ante lo que es una evidencia. Se rebela contra el incontestable vencedor de las elecciones gallegas. El “verdadero desafío” al que se enfrenta el PP “no es de formas, sino de fondo”. En su opinión, existe un “verdadero riesgo de un cambio de mayoría social en España”.
Aficionada a una pretendida erudición y a la divagación, la portavoz del Grupo Popular en el Congreso intervino preguntándose “qué significa realmente la palabra moderación”. Señaló que, si se concreta en políticas tangibles, la moderación sería “apoyar un Gobierno de concentración constitucionalista, apoyar los Presupuestos Generales del Estado o apoyar al Gobierno en tantos otros ámbitos”.
Acostumbrada a su tono desafiante, esta vez contra Núñez Feijóo, continuó con sus divagaciones. Ciega y sorda, ignoró lo que los populares han logrado en Galicia. “¿Qué es lo que pasa con esa política?”, se cuestionaba.
Álvarez de Toledo no cambia su discurso pese a todo
Sentando cátedra, aseguró que “para eso es imprescindible tener un interlocutor válido del otro lado, es decir, que el Gobierno socialista en este caso estuviera dispuesto a esos acuerdos profundamente, no solamente con eslóganes”.
Siguiendo su línea, prosiguió su discurso diciendo que “el gran problema que tenemos en España es que esa gran coalición ya se ha hecho, es una gran coalición de la izquierda con el nacionalismo más radical. Existe un Gobierno de concentración, pero es un Gobierno de concentración anticonstitucionalista, lo cual evidentemente estrecha el margen de maniobra”.
Insistía en afirmar que “la moderación no es un proyecto político”. Como ella ya está acostumbrada, sus insultos a los rivales políticos sí son válidos. A pesar de ello, tuvo el valor de decir que “insultar o dejar de insultar no forma parte de un proyecto político es una cuestión de buena educación. En la política no se insulta y punto, no lanzamos exabruptos, ¿no?. Se pueden denunciar hechos, a veces de manera firme y clara, y que eso suene duro, pero eso son hechos que se denuncian, eso no es radicalidad”.
Respondía, de este modo, a las declaraciones del presidente gallego en la mañana de ayer. Dijo que Álvarez de Toledo es una “figura necesaria en el PP”, pero no aprueba las descalificaciones que a veces hay en el Congreso.
No es la primera vez que Núñez Feijóo habla en este mismo sentido. No le gustó que, en sede parlamentaria, la portavoz popular llamara “terrorista” al padre de Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno. Y así lo manifestó, advirtiendo de que sería “un grave error” que la oposición “perdiese los papeles”.