¿Qué será de Cuba sin los Castro?

¿Qué será de Cuba sin los Castro?

El pasado miércoles, Miguel Díaz-Canel se convirtió en presidente del país caribeño.
Es la primera vez que, desde 1959, Cuba pasa a ser gobernada por alguien ajeno a la familia Castro. En su primer discurso aseguró: “La Revolución continúa”. El 18 de abril la Comisión de Candidaturas Nacionales le nominó para ocupar la presidencia del Consejo de Estado. Al día siguiente, la nueva Asamblea Nacional, en votación secreta, ratificó a los 31 candidatos propuestos por el Consejo de Estado, entre ellos, Díaz-Canel. El candidato a convertirse en presidente cosechó 603 votos de los 605 posibles. Una vez investido, nombró a Salvador Valdés Mesa, de 72 años, como primer vicepresidente del Consejo de Ministros, mientras que la Asamblea Nacional le elegía como primer vicepresidente del Consejo de Estado, cargo que hasta ahora ocupaba Díaz-Canel: “Nuestra Constitución no nos obliga a que una persona ocupe ambas responsabilidades”, dijo el flamante presidente, quien consideró que Valdés está respaldado por una “amplia y fructífera trayectoria revolucionaria”, para luego defender la legitimidad de Raúl Castro para seguir siendo primer secretario del Partido Comunista de Cuba, PCC, hasta 2021 y continuar “encabezando las decisiones trascendentales de presente y futuro” para la isla.
“Es absolutamente claro que solo el PCC garantiza la unidad de la nación cubana y que es el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en sus líderes. Por eso, Raúl, quien ha liderado este proceso de continuidad generacional, sin apego a cargos ni responsabilidades, se mantiene con legitimidad”, aseguró, para luego dedicar parte del discurso a poner en valor a la “generación histórica”. “Cuba espera de nosotros que, como ellos, seamos capaces de liberar todos los combates que nos esperan”, señaló, afirmando, a continuación, que “la Revolución continúa su curso”. “A quienes por ignorancia o mala fe dudan del compromiso de las generaciones que hoy asumimos, a ellos les decimos que la Revolución sigue viva”, indicando que los cambios iniciados por Raúl, “profundos y necesarios”, se mantendrán, si bien, “cambiando todo lo que tenga que ser cambiado” y, así, “no caer en la frustración y el pesimismo”. En ese sentido, ha recordado que en las líneas generales aprobadas por el PCC en 2011 “se reconoce que la labor ideológica y política debe estar íntimamente vinculada al desarrollo de la economía nacional, al proceso de actualización del modelo económico y social”.

Mensaje al exterior
“Afuera hay un mundo que nos mira con más interrogantes que certezas y que ha recibido el mensaje equivocado de que la Revolución termina con sus guerrilleros. Aquí no hay espacio para una transición que desconozca o destruya el legado de tantos años de lucha”, dijo en un mensaje dirigido a la comunidad internacional, asegurando que “la política exterior cubana se mantendrá inalterable”. “No cederemos ante la presión o amenaza”, aunque se ha mostrado dispuesto a “dialogar y cooperar con quienes estén dispuestos a hacerlo entre iguales”. Para terminar, señaló que “la Revolución Cubana sigue dispuesta a todas las batallas para combatir todos nuestros errores e imperfecciones, pero, al mismo tiempo, para avanzar sin prisa pero sin pausa. Juremos defender hasta el último aliento esta revolución socialista de los humildes, hecha por y para los humildes. Sabremos honrarla llevándola tan alto como ellos hicieron. Patria o muerte. Socialismo o muerte. Venceremos”.

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