La India o la permanencia de los trabajadores esclavos

La India o la permanencia de los trabajadores esclavos

Medio millón vive atrapado por la deuda que contrajeron con sus patrones y prestamistas.
Según un informe publicado por la Misión Internacional de Justicia, IJM, un grupo que lucha contra la esclavitud, la mayoría de los empleados de once industrias de Tamil Nadu, India, trabajan en condiciones de esclavitud en hornos de ladrillos, molinos de arroz o fábricas, aunque también es habitual en otros sectores como el textil. Un ejemplo de ello es Varalakshmi Gopal, que pasó siete años trabajando en condiciones de esclavitud en un molino de arroz cerca de Thiruthani hasta 2004, en que fue rescatada. En 2014 se unió a la Asociación de Trabajadores Esclavos Liberados, RBLA, centrándose en ayudar a otros trabajadores para ser liberados. Suelo es entrar en estas instalaciones fingiendo ser una persona que busca trabajo y, a veces, como propietaria de un horno de ladrillos que busca trabajadores que se hayan escapado de mis instalaciones. Sé que es peligroso, pero me veo obligado a hacerlo”, explicaba. Si encuentro alguna prueba de trabajo en condiciones de esclavitud, avisa a la policía, gracias a lo que ha participado en 10 operaciones de rescate.
Ahora, la Asociación está presente en todo el estado de Tamil Nadu, buscando nuevos casos en fábricas, en especial del ladrillo y en los molinos de arroz, muy activos en abril y mayo, antes de la llegada de los monzones. Ya hay otras tres asociaciones de trabajadores esclavos liberados, y en 2017 vieron cómo aumentaba el número de socios, algo que pone en evidencia que el movimiento para terminar con la esclavitud está ganando fuerza. La esclavitud fue prohibida en 1976, aunque el trabajo forzado sigue siendo una práctica generalizada, por lo que el Gobierno ha tenido que aumentar sus esfuerzos para erradicarlo, creando planes destinados a rescatar a más de 18 millones de personas para 2030. Kuralamuthan Thandavarayan, miembro de IJM, señala que “hay vacíos y desafíos en la aplicación de la legislación. Sin embargo, las autoridades no pueden ignorar la voz de los supervivientes que han estado sufriendo durante años. La formación de estas asociaciones ha supuesto una plataforma para contraatacar”. Arul Egambavan, miembro de otra asociación, fue sacado de casa de sus abuelos con 8 años para trabajar en una cantera de piedra y, así, pagar la deuda contraída por su padre, unas 10.000 rupias, unos 122 euros, hasta que fue rescatado diez años después. “Cuando fui liberado, no sabía nada sobre el mundo exterior”, ha explicado, para luego añadir que tuvo que “recurrir a personas que habían sido rescatadas antes para que me ayudaran con todo, desde cómo solicitar ayudas del Gobierno a dónde encontrar trabajo. Quiero devolverles el favor”.

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