“Que entre el diablo y…”, por Elana Listo.

Elana Listo.

Estar en confinamiento puede ser lo mejor que le ha pasado a mucha gente, puede ser lo mejor que le ha acontecido en su vida, entre tanto, para otros les ha sido lo peor y más insospechado de la historia. Cuando se encuentra en confinamiento media humanidad, los que realmente lo cumplen se encuentran con su tiempo (si no tienen preocupaciones materiales) para consumirse lentamente. Al comienzo solo se reiteran los juegos humorísticos y las gracietas típicas de una novedad. Como infantes se disfrutan los minutos y segundos. Se descubren los placeres del tiempo para el tiempo, aquello que para muchos nunca sería imaginable. Para otros en esos momentos se les abre un abismo, me refiero a aquellos que han hecho de trabajar su mundo, su vida. Aquellos que han tenido vida verdadera no se extrañan tanto, aunque es verdad que se encuentran con una mirada hacia el interior de sí mismos. Los que solo conocen la vida como una tarea y justificación para su existir, se conduelen, se desesperan y se aburren como se aburre un adolescente en las reuniones familiares.

El aburrimiento puede ser creativo o simplemente aburrimiento, pero claro, me refiero a aquellos que se aburren sin tener la virtud de la creatividad. Finalmente muchos entonces se vuelcan en la búsqueda de “información”, de un sustento que justifique permanentemente la perdida de su tiempo encerrado en casa. Y claro, encuentran entonces los medios de reproducción de los mensajes amplificados: Las noticias.

Tener noticia de algo o de alguien ha sido siempre en la humanidad una de las obsesiones importantes del desarrollo social. Las noticias de un acontecimiento, de un fenómeno, de una persona, de un hecho, etc. En fin, que se quieren noticias de todo aquello que se desconoce, e incluso, muchas veces, de lo mismo que se conoce. La reiteración, la versión, la adaptación, la opinión, la especulación, la amplificación, la censura , el comentario, la re- afirmación, entre otras cosas. Las noticias son un relato, una narrativa construida sobre un hecho, un acontecimiento que puede interesar. Si no hay interés por parte de los otros que desean escuchar el mensajes de quien tiene la información no significará que no haya noticia, simplemente que se hace relevante o no.

Cuando se recurre a los medios de comunicación para estar vivo, es decir, conectado con la posible realidad mediante la información deseada y poderse referenciar como ser existente, se consigue concentrar la atención para no perder los mensajes que son emitidos. Es entonces cuando se espera que los medios que comunican sean neutrales, o lo que es lo mismo, que sean simples medios para conducir la información del hecho, de la manera más fiable, sin tergiversar ni mentir o manipular, hasta los deseosos receptores.

Cuando se habla de la palabra medio se entiende o intuye que simplemente es un modo, una manera, o un instrumento que se asume para conseguir un objetivo; aunque de otra parte puede entenderse conectado hoy en día con los instrumentos tecnológicos necesarios para amplificar los mensajes a la mayoría de las personas.

La diferencia entre el concepto de medio como camino para conseguir un fin y el mismo concepto como referido a la comunicación es evidente. Mientras frases como: el fin justifica los medios, atribuida a Montesquieu pero al parecer escrita por Napoleón Bonaparte, ha sido comprendida como un uso indiferente de los medios sin más norte que la búsqueda de los logros y objetivos marcados, la asunción de medios de comunicación parece que solo apunta a los medios técnicos. Aunque al final es dificil no estar imbricados los conceptos diversos, o incluso no es fácil sostener que sean incompatibles. De esta manera en los medios de comunicación se complementan los conceptos de medio como fin y medio como instrumento, de hecho es necesario tener la manera de reproducir y amplificar los mensajes para que estos lleguen a la gran mayoría de individuos, aunándose así una simbiosis entre poseer los medios y poder mediar los mensajes.

La posesión de los medios de comunicación en un sistema de propiedad privada permite poseer, tener, apropiarse del uso, explotación y rendimiento de dicho mecanismo. Al poseer dichos instrumentos se determina el modo en que se transmite una información, ya que es evidente que los intereses particulares raramente son neutrales. Claro está que neutral no hay nada, pero sí mesurado en la búsqueda de un punto medio, difícil, pero no por ello sin sentido, a pesar de ser una utopía, ¿que sería un caminar sin horizonte?.

Aunado a lo anterior, medios de comunicación, mensaje y comunicados, existe el elemento de la búsqueda de la verdad. Ella, la verdad es la víctima primera de todo tratamiento de comunicación, no solo por existir un interés determinado o no, simplemente porque no existe una verdad cierta, única e indiferente de la subjetividad, ni siquiera si muchos individuos consiguen acceder a un fenómeno en tiempo y lugar coincidente; mucho más complicado desnudar la verdad cuando ha pasado por el filtro de los medios de comunicación, por los intereses de los poseedores de dichos medios y sus diversos perfiles.

A pesar de que los medios de comunicación son condicionados por quienes pueden poseerlos y usarlos al servicio de sus objetivos, la población en general no puede mas que acceder a las informaciones y mensajes que dichos canales emiten. Entonces comienza la discriminación que hace cada consumidor según gustos e intereses individuales sobre qué emisión de verdades consume, acredita y hasta defiende. Tradicionalmente no hay criterio para ello, solo emociones, sensaciones, tradiciones familiares o circunstancias vitales; siempre hay justificación. Aquellos que intentan equilibrar las verdades de unos y otros, sin tender a la polarización, o por lo menos intentándolo, tratando de aplicar criterio amplio y suficiente, son relativamente pocos.

Como colofón de este panorama, en este contexto de los medios de comunicación que emiten sus interesados mensajes, se cuela la moderna política y sus raíces de desvergüenza y de mentira, todo se mezcla, todo se hace dependiente, unos elementos de otros, todo se hace un mundo de moscas alrededor de los intereses personales y grupales determinados, y todo en nombre de la “información”. Este es el presente de un mundo que convierte sus comunicadores en gurús de la verdad, en marcadores de tendencias y de condenas, de mensajes sin fundamento mas allá de que se encuentran frente a un micrófono o una cámara o un ordenador de un periódico. Aparecen políticos que nunca han pasado por un centro de estudios, o que simplemente falsifican los títulos, que nunca se han dedicado a leer y aprender para dar un concepto, aparecen de repente haciendo periodismo, haciendo de comunicadores y comentaristas e incluso de artistas (profesión más exigente que la mayoría).

El intrusismo es mal visto en el mundo entero, sin embargo, en los productos de mass- media aparecen actores, periodistas, comentaristas y toda clase de seudo-comunicadores. Muchos de ellos sin vergüenza alguna de su historial de haber faltado a las más mínimas conductas éticas de la vida social. Otros simplemente por tener contactos, fama, poder o cualquier otra circunstancia, todo menos haberse preparado, estudiado y profesionalizado para forjar criterio. Mientras que la mayoría estudia años, dejándose su energía en conocer y seguir los canales de formación pertinente para una labor, otros, de repente ejercen sin más razón que el poder hacerlo, por encima de los que se han dedicado a la formación para llegar a ello. Luego se pretende socialmente vender los beneficios de la formación a nivel de realización profesional, pero al final solo es el ejercicio del poder el que reparte conveniencias sin miramiento. No puede extrañar entonces que los jóvenes no deseen prepararse para producir conocimiento y sentido vital, por el contrario, lo importante es tener acceso, como sea, a los medios económicos y sociales privilegiados.

No es sorprendente entonces que un pueblo educado por presentadores de televisión, periodistas interesados, comentaristas de tertulias, que de pronto son expertos en medicina y al momento comentan sobre la receta de cocina, que son jueces y magistrados en un momento y en otro son dictadores de la moral, no es de extrañar digo, que tengan gobiernos con presidentes y opositores que no han pasado por las aulas, que han falseado sus supuestas investigaciones de tesis, que no tienen altura profesional ni humana mínima para ser lideres. Solo discuten como infantiles y maledicentes mentes, desde la ignorancia y la falta de consideración por el otro y por el conocimiento, por la sociedad y en general por la humanidad, sin conocer realmente sobre la estética de la conducta humana más sana y leal, simplemente como hienas que ya han comido, pero que siguen dándose dentelladas ya que no conocen mas sentido de su vida que esas actitudes en defensa de sus propios placeres e intereses.

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