“La productividad económica mundial crece con el coronavirus”, por Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas · @FranciscoVill87. Economista y periodista financiero.
Hay un salto de productividad que experimenta la economía mundial en la etapa post-pandemia, que implica un vuelco cualitativo en las perspectivas globales de los próximos años. Entre el lustro y la década se verán los efectos tangibles de tal fenómeno.

La productividad de todos los factores económicos que es la medida de la eficiencia y la innovación, crecerá un 2,4% en EE.UU. en 2021, acompañada de un alza global de 0,3% en este mismo periodo; y que ello ocurre tras sufrir contracciones de 1,9% y 0,8% en 2020 (la etapa de despliegue de la pandemia del coronavirus).

Esto sucede cuando la fuerza de trabajo mundial se ha reducido más de 15% en los últimos 20 meses, debido al cierre de la economía y al consiguiente desempleo, que ha provocado la pandemia del coronavirus.

Lo notable es que ha sido la propia pandemia, incluyendo sus efectos más profundamente disruptivos, lo que ha desencadenado el nuevo salto de productividad, especialmente a través del fenómeno del teletrabajo, o trabajo digital a distancia, que ha abarcado en EE.UU. a más de 150 millones de trabajadores, caracterizados por su alto contenido en capital humano, con una aptitud excepcional para el desarrollo de sus tareas con total autonomía.

Un auge de 2,4% en la productividad de todos los factores de EE.UU. implica una mejora extraordinaria de su eficacia productiva, lograda a través de un brutal proceso de innovación.

Esta novedad histórica ha ocurrido después de que en el periodo 2009-2016 la economía estadounidense sufrió casi una década de completo estancamiento, ante todo en materia de incremento de la productividad.

Entre el cuarto trimestre de 2019 e igual periodo de 2021, según la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico), la productividad del trabajo (alza del producto por hora trabajada) en EE.UU. habría crecido 6,7%. Esta fue la etapa en que se ha desplegado con enorme virulencia la pandemia y sus consecuencias. Esta elevación de la productividad del trabajo es prácticamente el doble que la que experimentó la economía norteamericana en los 3 años previos al estallido de la pandemia, y que ascendió a subir el 3.3% en ese periodo. Lo mismo ha ocurrido con el resto de los países avanzados integrantes del G-7.

Así, en Japón, la tercera economía del mundo (5.08 billones/6,5% del PIB global), la productividad del trabajo crecería 2% anual en los 3 años previos al cuarto trimestre de 2021, tras haberse contraído casi 5% en el periodo trienal precedente. Y en Alemania, el mayor exportador del mundo en relación a su producto nacional y a su población, la productividad se expandió de 1,1% a 2,6% anual.

La causa fundamental de este crucial salto de productividad lo constituye la digitalización prácticamente completa que ha desatado la pandemia en los países avanzados; y este es un fenómeno de tal magnitud que lo cuantitativo ha devenido cualitativo, y ha acarreado un adelantamiento de entre 6 y 8 años de la Cuarta Revolución Industrial, que implica la fusión de la manufactura y los servicios en una sola realidad de carácter virtual.

El rasgo esencial de la nueva revolución industrial es que se guía por el criterio de instantaneidad, que es la vocación profunda del capitalismo, que ha aspirado siempre a que el tiempo le ganara la carrera al espacio.

El comercio internacional chino aumentó 28,8% anual en agosto (530.300 millones). Es el resultado de la superior productividad de las exportaciones chinas, que provienen en más de 60% de la economía digital; y cuya productividad ha aumentado más de 15% en los últimos 2 años.

Esto asegura un alza del producto de 9% anual, o más, en 2021. Lo que despierta el asombro es que este fenómeno generalizado de aumento de la productividad de sus exportaciones se manifiesta ante todo en la relación con EE.UU., donde el comercio bilateral ha crecido 36,6% anual en los primeros 8 meses de este año, hasta alcanzar a 470.320 millones en ese periodo.

A este ritmo, el intercambio bilateral China/EE.UU. superaría en 2021 el récord histórico de 2019, cuando alcanzó los 530.400 millones de dólares, con un superávit comercial favorable a la República Popular de 320.000 millones.

La contrapartida de esta extraordinaria alza de la productividad es que la carencia de personal suficientemente calificado se ha convertido en la principal restricción de la economía norteamericana; y la respuesta del capitalismo estadounidense, plenamente sumergido en la nueva revolución industrial, ha sido cubrir esa brecha con un salto de innovación que es el más elevado de su historia.

Los fenómenos históricos no tienen contenido positivo o negativo. Son una totalidad de sentido, que es la orientación de la energía que surge de los acontecimientos.

Entre EE.UU. y China responden por más del 50% del crecimiento de la economía mundial; y en materia de incremento de la productividad de todos los factores, ese porcentaje es todavía superior, entre 10% y 15% más.

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