“Manifiesto del Partido Comunista”, por Víctor Arrogante.

Víctor Arrogante.

Víctor Arrogante · @caval100.
Un 21 de febrero de 1848, hace ahora 171 años, se publicaba el Manifiesto del Partido Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels. Una crítica a la sociedad y un programa de acción que marcaron el siglo XX e inspiraron muchos regímenes, desde la Revolución rusa en adelante. Desde su frase inicial “un espectro se cierne sobre Europa, el espectro del comunismo”, hasta la convocatoria final: ¡Proletarios de todos los Países, uníos!, es un canto hacia la igualdad y la justicia social.

No pretendo hacer un análisis pormenorizado de la obra, pero si esbozar su fundamento, resaltando aquellas cuestiones que han ido moldeándose según las previsiones y doctrina marxista que hoy sigue estando vigente. El texto, escrito y publicado en alemán, fue el resultado del encargo de la Liga de los Justos; una sociedad secreta revolucionaria a la que los autores se habían afiliado un año antes. Aunque su difusión inicialmente estuvo limitada a grupos revolucionarios alemanes, en la segunda mitad del siglo XIX fue traducida a multitud de idiomas y alcanzó gran notoriedad a medida que el movimiento obrero socialista se difundía por Europa y sus áreas de influencia.

El Manifiesto del Partido Comunista se divide en un preámbulo y cuatro capítulos: «I. Burgueses y proletarios», «II. Proletarios y comunistas», «III. Literatura socialista y comunista» y «IV. Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición». Conocidos por sus obras anticapitalistas, que forman la base del marxismo, Marx y Engels, han sido los escritores políticos más influyentes de la historia. Sus libros más destacados son: El Capital (1867) y El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (1852), que comienza con la frase: “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.

En 2018 se conmemoró el bicentenario del nacimiento de Karl Marx, padre del socialismo científico. Filósofo, teórico político y crítico de la economía política, cuyos escritos aspiraban a alterar el curso de las disciplinas económicas, sociales y científicas ya existentes en su época. Marx se declaró apátrida, ateo y revolucionario. Su investigación se centró en el campo de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía. El marxismo, representa al comunismo moderno, al materialismo histórico y al socialismo científico.

Marx y Engels, dejan claro que los comunistas son parte del movimiento proletario y no se encuentran por encima de él. Lo que los distingue del resto del movimiento proletario es destacar en cada acción los intereses comunes que tienen los proletarios de todas las naciones. Los autores describen la teoría del comunismo en la fórmula: “abolición de la propiedad privada”, pero aclarando que no se refieren a la abolición de la propiedad en general, sino de la propiedad privada burguesa, que resulta de la explotación capitalista, buscando abolir la forma burguesa que adoptan determinadas instituciones como la propiedad, el trabajo, la familia, la nacionalidad o la individualidad.

En el Siglo XIX, los nuevos modos de producción, comunicación y distribución habían creado una enorme riqueza, que no se distribuyó por igual. El 10% de la población poseía prácticamente toda la propiedad; el otro 90% no poseía nada. A medida que las ciudades y pueblos se industrializaban, a medida que la riqueza se concentraba más y los ricos se enriquecían, la clase media comenzó a hundirse al nivel de la clase trabajadora. A medida que desaparecían las ideologías, que habían hecho que la desigualdad pareciera natural y ordenada, era inevitable que los trabajadores de todo el mundo vieran el sistema como lo que era, se levantara y lo derrocara.

Marx era un verdadero revolucionario. Todo su trabajo fue escrito al servicio de la revolución que predijo en el Manifiesto Comunista. Después de su muerte, las revoluciones comunistas se cumplieron, no exactamente dónde o cómo él se imaginaba pero sí en su nombre. Una de las aportaciones fundamentales de Karl Marx fue el materialismo histórico. Consideraba que la sociedad estaba determinada por sus condiciones materiales o por las relaciones personales. Así, para el desarrollo de una sociedad, la producción de bienes materiales debía considerarse fundamental. El aspecto más importante en la teoría del materialismo histórico, es haber fijado la atención en la producción de material y en las leyes económicas de la sociedad, dejando como conclusión que la sociedad evoluciona al incrementarse sus producciones materiales.

Uno de los principios clave de Marx fue que la teoría siempre debía estar unida a la práctica. Ese es el punto de la famosa undécima tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos hasta ahora solo han interpretado el mundo de varias maneras; la clave es cambiarlo”. Marx no estaba diciendo que la filosofía fuese irrelevante, sino que los problemas filosóficos surgen de las condiciones de la vida real, y que solo pueden resolverse cambiando esas condiciones, rehaciendo el mundo. Y de hecho las ideas de Marx se utilizaron para rehacer el mundo, o una gran parte de él. El socialismo científico, se trata de un modelo sociopolítico que, según Karl Marx y Friedrich Engels, se diferenciaba de los demás socialismos del siglo XIX por incluir premisas científicas. Modelo a su vez basado en el materialismo histórico en el que la lucha de clases conduce a cambios en la sociedad regida por los humanos.

Diferenciándose de los “socialistas utópicos”, Marx y Engels se propusieron formular los principios de un “socialismo científico”, partiendo de una crítica al orden capitalista y a las leyes de su funcionamiento; leyes que llevarían al sistema a su destrucción. El Manifiesto fue mucho más que una simple proclama política. En él, Marx volcó una teoría de la historia y del progreso, del funcionamiento de la economía y de las clases sociales. Además, profetizó la revolución proletaria. Pese a ser caracterizado como materialista, pese a proclamar que las sociedades no cambiaban por las ideas sino por un determinismo basado en las contradicciones entre los sistemas y los intereses de clase, lo que se formula en el manifiesto es el orden de las utopías. La utopía de la igualdad, de la propiedad colectiva de los medios de producción, de todos los hombres trabajando a la par, no en beneficio propio e individual, sino del conjunto. Una utopía voluntarista.

Para Marx y Engels, “la historia de toda sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”, desde los patricios y los plebeyos en la antigua Roma, los siervos y los señores en el feudalismo, hasta los burgueses y los proletarios en el capitalismo. El burgués posee los medios de producción pero son los proletarios −que no los poseen− quienes generan el valor de las mercancías con esos medios. La burguesía es una clase dinámica que ha jugado en la historia un papel revolucionario al derrocar al poder feudal. Su prosperidad deriva del crecimiento de la industria y del comercio, potenciados por la apertura de nuevos mercados, como resultado del descubrimiento de América y la apertura de mercados en Asia.

Marx y Engels, esbozan un programa general con 10 propuestas: 1.- Expropiación de la propiedad de la tierra y empleo de la renta para gastos del Estado. 2.- Fuertes impuestos progresivos. 3.- Supresión del derecho de herencia. 4.- Confiscación de la propiedad de los emigrantes y sediciosos. 5.- Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional. 6.- Centralización del transporte en manos del Estado. 7.- Multiplicación de las fábricas nacionales, de los medios de producción. 8.- Proclamación del deber general de trabajar y creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo. 9.- Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales. 10.-Educación pública y gratuita de todos los niños. Abolición del trabajo infantil fabril. Unificación de la educación con la producción material.

En el prólogo de la edición alemana de 1872, Marx y Engels declaran que la aplicación de estos 10 principios dependerá de las circunstancias históricas existentes, llegando incluso a admitir que: “Si tuviésemos que formularlo hoy (en 1872), este pasaje presentaría un tenor distinto en muchos respectos”. Por último matizan que, si bien el proletariado en lucha contra la burguesía, se ve obligado a la conquista del poder político, una vez “hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad”, la hegemonía política de clase del proletariado dejará de ser necesaria, “Y la vieja sociedad burguesa, será sustituida por una asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos”.

En definitiva, El Manifiesto Comunista era un programa para la organización mundial del proletariado, y como tal, se fue actualizando en función de las lecciones extraídas de las experiencias históricas de la clase trabajadora. Desde esta perspectiva, Engels, tras la muerte de Marx, continuó la obra, no sólo completando la edición de El Capital, sino también revisando y corrigiendo, cada artículo que se publicaba. El Manifiesto Comunista es el segundo libro más vendido de la historia.

Karl Marx y Friedrich Engels, no pudieron verificar sus predicciones sobre el fin del capitalismo, pero el marxismo, sigue siendo válido para el análisis de la realidad social y económica, porque el marxismo ha penetrado profundamente en la historia. Entendieron la construcción de una ideología antihegemónica y el desmantelamiento de la ideología burguesa en la clase trabajadora. De hecho, el Manifiesto fue un esfuerzo consciente para moldear la ideología de los líderes de la nueva y creciente clase trabajadora, para convencerlos a que se organizaran. Cualquier comunista, socialista o progresista, que haya tratado de organizar a un colectivo de trabajadores, se ha enfrentado al poderoso rol desorganizador de la ideología burguesa.

La lucha contra los imperialismos y el poder económico capitalista, es la clave para conseguir el bienestar, la igualdad y la libertad: ¡Trabajadores y trabajadoras del mundo, uníos!


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