Ella era de películas y series, de sofá y sillón, de vermuts y copas, de callejear e ir de compras, de curiosear en escaparates y visitar museos, de asfalto y ladrillo.
Pero un día un amigo le propuso ir a por setas y, entre encinas y musgo, corzos y gazapillos, césped y catedrales de ramas, hongos y matojos, rocas y barro, charcos y arroyos, descubrió la película de su vida.