Creo que es normal que la herencia de los predecesores se vincule a los nuevos actores políticos, ya sea al PP o a su excisión más a la ultraderecha como herederos del franquismo que fusilaba a los rojos o herederos de Aznar, Rajoy y de la moción de censura por la corrupción que les hizo perder el Gobierno, ya sea a Bildu y su pasado vinculado con la banda terrorista ETA que tantos asesinatos cometió, ya sea a Ciudadanos y sus alianzas, ya sea a la CiU de Jordi Pujol que después se llamó CDC y que ahora se llama PdeCAT o ya sea al PSOE de Pablo Iglesias Posse, Felipe Gonzalez o Rodríguez Zapatero.
Todos son herederos de algo y aunque algunos cambien de nombre como CiU o Alianza Popular, la herencia está ahí y solamente hay que consultar la hemeroteca para recordar que ha defendido cada uno a lo largo de la historia. Con el PSOE, es verdad que tenemos más de 140 años de historia sin cambiar de nombre, con sus aciertos y sus errores, pero más de 140 años de herencia que ha cambiado España, nos ha dado más derechos y ha recortado privilegios a los que ahora golpean cacerolas en sus descapotables.
Ahora es noticia la derogación de la Reforma Laboral de Mariano Rajoy y el PP, esa que han heredado los actuales actores políticos que la defienden o la rechazan y el actual Gobierno de España. Una herencia que me gustaría recordar que es fruto de unas decisiones sin consenso, impuestas a todos y fruto de la política antisocial y liberal del Gobierno “legítimamente elegido” en aquel momento, pero que a pesar de emanar de un Gobierno legítimo, por la falta de diálogo y consenso en las Cortes Generales y con sindicatos, estaba abocada a su derogación tarde o temprano.
Entiendo que todo el revuelo actual se puede deber a la oposición frontal a la derogación o tal vez a las formas, que en política nunca llueve a gusto de todos. Cada uno somos libres de mirar la paja o el grano, pero personalmente tengo el convencimiento de que necesitamos una nueva legislación laboral fruto del diálogo entre Patronal y Sindicatos, con la mediación del Gobierno, sin imposiciones como hizo en su día el Partido Popular y que hoy sigue defendiendo. Pienso que si una legislación laboral es impuesta por el Gobierno de turno, sin acuerdo de patronal y sindicatos, tendrá un recorrido lleno de oposición.
Los buenos políticos, creo que son aquellos que son capaces de llegar a puntos de encuentro o equilibrio con quienes piensan diferente y plasmar soluciones para la mayoría, puesto que no creo que sea posible contentar siempre a todos. Nosotros, la ciudadanía también somos los herederos de nuestras decisiones y de lo que votamos, incluso a veces son decisiones tan transcendentes que son nuestros hijos los que heredan el fruto de nuestras decisiones. Dijo Winston Churchill que “el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones” y a mí me gustaría que reflexionemos sobre el hecho de que con nuestro voto (o abstención) también somos actores políticos y deberíamos pensar en el futuro de todos, no solamente en lo que las tripas nos dicen.