“La riña”, por José V. Rioseco.

José V. Rioseco.

Sada es un pequeño pueblo costero en la Ría de Betanzos. Durante el verano la tranquilidad del invierno se ve alterada por la gran cantidad de gente, “ los madrileños “, que se acercan a este paraíso, límite entre las Rías Altas y las Rías Bajas de una parte de Galicia que recoge lo mejor de entre ambas aguas.

Tan solo a tres kilómetros del pueblo se encuentra el Pazo de Meirás, que fue mandado construir por Emilia Pardo Bazán a finales del XIX y en el que pasaba varios meses al año. Durante la dictadura de Franco éste solía pasar allí algunas semanas del verano y lo convertía, todo hay que decirlo, en capital política y centro logístico de sus hazañas de pesca.

En agosto del setenta y cinco, el anterior Jefe del Estado recibió, como cada verano, muchas comisiones que solían ir por entonces con el ánimo de conseguir algún beneficio. Formaba yo entonces parte de una de ellas. Me sorprendió el estado físico del general: rígido, cara sudorosa, temblor de la mano derecha como si estuviese liando cigarrillos, uniforme blanco con corbata negra. Daba sensación de que estaba totalmente ausente de todo lo que pasaba cerca de él. Y probablemente fuera así.

En estas últimas semanas, en un pleito contra la familia Franco, se decidió que la propiedad del Pazo de la condesa de Pardo Bazán pertenece al Estado. Doña Emilia, que fue amada y amante de uno de los más grandes escritores del XIX español, Benito Pérez Galdós, no gozó nunca a su amado en el Pazo. Efectivamente, convivieron en Madrid, pero el amor, probablemente de su vida, nunca estuvo en el Pazo objeto de esta larga disputa judicial que ya ha puesto punto y final al litigio.

Si se quiere conocer la historia de España hay que leer a Galdós. La cantidad de personajes que sus novelas nos retratan, el ambiente en el que se mueven, sus costumbres. Sí, nos enfrentan a esas dos Españas que ya desde la invasión de 1808 nos va a helar el corazón hasta hoy mismo. Solo Goya con su “Duelo a garrotazos” estuvo a su altura. Sería injusto pues olvidar los versos de Machado << Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios / una de las dos Españas ha de helarte el corazón >>. Así, los españoles estamos en la España que muere o en la España que bosteza.

Pero sigamos con don Benito. Si hay un personaje despreciado por el autor de Miau, ése fu sin dudarlo Fernando VII. La vida de este rey mentiroso, traidor, vengativo, felón, cobarde, desleal (todos estos adjetivos merece por los hechos de su vida), influyó definitivamente en nuestra historia y en la vida de los españoles. Desde la traición a su padre cuando él mismo era príncipe, tramando un golpe de estado en el Escorial, pasando por todos y cada uno de sus actos hasta el momento de su muerte, van encaminados a mantenerse en el poder absoluto a costa de lo que fuese preciso. Pero hay un momento crítico, quizás de los menos conocidos en el que quiero pararme en ese relato.

Cuando Napoleón fue vencido en Europa (¿decimos mejor en Rusia?) y a la vez mordió en la España de 1813 el polvo de la derrota, gracias a la alianza de los ingleses, portugueses y, sobre todo, una buena parte de los españoles –digo bien, parte de los españoles, porque no pocos apoyaron a los franceses -, el emperador propuso al rey Fernando serlo de hecho de España y de las Indias (entonces el rey era José l , hermano de del emperador ).

El monarca español debería comprometerse a reintegrar en sus derechos y honores a aquellos españoles que habían seguido el partido de José I (los afrancesados) . Dado que en España ya había un poder con facultades soberanas representado por las Cortes de Cádiz, se requería obligatoriamente un acuerdo con las instituciones españolas. Tan es así que el propio Fernando se negó a aceptar la propuesta de Napoleón sin consentimiento de la nación española.

Confiando en sus buenas intenciones, en el sentido de que respetaría y juraría la Constitución de 1812, el rey volvió a España en 1814 y fue recibido con entusiasmo de deseado allí por donde pasaba.

Y España, entonces, se dividió.

Un grupo de españoles, los Liberales, los que aceptan la Constitución de Cádiz, necesitaron, empero, al felón con el fin de consolidar las reformas de la Constitución, es decir, iniciar como monarca efectivamente constitucional, una monarquía parlamentaria que garantizara los derechos y deberes de todos los españoles. Mientras que otro grupo, los conservadores esperaban del monarca la destrucción de las estructuras políticas creadas en las Cortes de Cádiz.

El pueblo llano experimentaba “ la emoción mesiánica “ de un mundo feliz, la esperanza donde agarrarse después de una cruenta guerra que había agotado a la nación. Por los unos, por lo otros, el caso es que la mayoría de los españoles tuvieron fe ciega en Fernando VII.

Un grupo de españoles no liberales presentaron en Valencia al Rey un Manifiesto en el que se criticaba con ahínco la institución capital, las Cortes gaditanas, y piden por ende convocatoria de las Cortes a la manera antigua. Ese grupo de diputados, aproximadamente un tercio del total, reciben la propuesta de acabar con el proceso reformador, el restablecimiento de la Inquisición, etcétera. El general Javier de Elio, así como todos los oficiales del ll Ejercito, juraron entonces conservarle en el poder con todos los derechos de Rey Absoluto.

Lo demás ya forma más parte de la técnica de un golpe de Estado. En Madrid el Ejército detiene a la mayoría de los diputados liberales. Llegan de noche a sus casas. Son separados de sus familias en nombre del rey y acusados de colaborar con los franceses. Se llenan las cárceles de afrancesados, de liberales, de demócratas y de inocentes. Muchos son ejecutados. Comienza, además, el primer gran exilio político español. Vendrán más.

Así es como da comienzo el Sexenio Absolutista. Aunque, bien es verdad, lo que realmente empieza entonces es la idea de la dos Españas y que, con matices, aún llega a nuestros días. Es verdad que fue el Rey el principal actor del Golpe de Estado, instigador de la traición al orden constituido y constitucional, pero no es menos cierto que lo que fue porque un grupo de españoles le convencieron de la posibilidad de derrocar al poder legítimo.

Son aquellos que traicionaron y violaron las leyes de entonces, Otros detrás, incitando, mientras otros callan y la mayoría ni siquiera participa en el vivir de la nación, como si el espíritu de la misma no fuese el que hace que podamos vivir en armonía. .Como si no se diese el fin común que hizo grande a las grandes naciones y felices a los pueblos. Lo único que nos puede salvar de esas dos Españas, que tiene su retrato más fiel en la “La Riña” de Goya.

Sin esos que traicionan, callan o aceptan, sin esos no existirían las dos Españas.

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