La pobreza lleva a los niños a padecer enfermedades mentales

La pobreza lleva a los niños a padecer enfermedades mentales

El estrés de la pobreza puede provocar problemas severos de salud mental en niños y adolescentes.
La Agència de Qualitat i Avaluació Sanitaries, Aquas, informa que las hospitalizaciones por problemas psiquiátricos, problemas severos de salud mental y consumos de sicofármacos se multiplican por tres y por cuatro entre menores de 15 años en situación de pobreza. Ana García Altés, autora del informe revisado, así lo afirma en unas jornadas realizadas sobre el impacto de la pobreza en la salud infantil, en el hospital de Sant Joan de Déu. El 29% de los niños y adolescentes catalanes en situación de pobreza pueden acabar con una enfermedad mental. Según Montserrat Dolz, responsable de salud mental infantil y juvenil del hospital, asegura que la raíz del problema “está en el estrés”. “Es una situación en bucle: los niños crecen en ese ambiente de estrés continuo por resolver lo más básico, comer y vivir en algún sitio. No hay tiempo para calma, para el juego, para que los adultos le dediquen su atención más allá de esas necesidades básicas. Así que, no hay estímulos, ni entrevistas con los maestros, ni preocupación por los buenos hábitos. Todo eso te pone en el camino de un trastorno mental”.
La responsable afirma que los niños madurarán mal cuando el estrés es crónico ya que la capacidad de adaptación a él se altera: “el cortisol estará permanentemente alto y eso tienen un efecto directo sobre el neurodesarrollo, sobre la capacidad de planificar, la memoria, la adquisición del lenguaje y la flexibilidad cognitiva”. Asimismo, son más que la media los tratamientos para el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, TDAH, en los casos de niños en situación de pobreza, “una muestra de que hay muchos más problemas de neurodesarrollo, pero tendremos que empezar a abordarlo de forma mucho más integral”, asevera Dolz.

Se necesitan más recursos profesionales
En palabras de Carlos González, Presidente de la asociación educativa Nou Quitxalles, “Necesitamos muchos más recursos profesionales, porque estamos hablando de problemas concretos de salud, no de abrir un comedor, sino de atender la malnutrición y sus causas. Los niños se están acostumbrando a ir a la compra al banco de alimentos y hay madres que reconocen que sería mejor un guiso que un frito, pero gasta demasiado gas y no pueden permitírselo. No podemos normalizar esto”.
Es evidente que el problema existe, con secuelas que perdurarán, lo que amenaza a los derechos de los niños y su futuro. Así se explican en un manifiesto un centenar de entidades, que reclaman que se intervenga de manera globalizada en todos los entornos del niño y exigiendo más recursos para combatir la pobreza, priorizando a las familias donde haya menores.

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