La guerra en El Corte Inglés no ha hecho más que empezar

La guerra en El Corte Inglés no ha hecho más que empezar

Se aleja la salida a bolsa por la pérdida de confianza.
La maniobra iniciada por las hijas de Isidoro Álvarez, fundador de El Corte Inglés, Marta y Cristina Álvarez al convocar un consejo para destituir a su primo Dimas Gimeno como presidente de la mayor cadena de grandes almacenes española ha suscitado una guerra que no ha hecho más que empezar. Pero la empresa necesita solucionar sus acuciantes problemas económicos. Cuando el jeque catarí Hamad bin Jassim bin Jaber Al Thani adquirió el 10%, la compañía se comprometió a salir a bolsa para aumentar su participación hasta el 14% del capital el próximo verano, algo inviable en estos momentos por la pérdida de confianza de los inversores, igual que la emisión de bonos por valor de 1.200 millones de euros para antes de las vacaciones estivales.
Así las cosas, las dos hermanas, que ya controlan el 14%, quieren hacerse con el 7% que la familia de Gimeno posee en los grandes almacenes. Si se toma la valoración a la que el jeque catarí compró, la cifra alcanzaría los 700 millones, para lo que las hermanas Álvarez no disponen de recursos. Otra opción para salir del atolladero económico sería que la Fundación Ramón Areces, que ya tiene el 39% del capital, adquiriera las participaciones de los herederos que quieren vender, pero tiene prohibido estatutariamente endeudarse. Tampoco la propia sociedad puede comprar porque la unión bancaria a la que El Corte Inglés adeuda 3.650 millones le puso como condición del préstamo no incrementar su deuda. Otra maniobra sería que el jeque incrementará su inversión en los grandes almacenes pero lo condiciona a su salida a bolsa para “poner en valor” su participación, por lo que algunos plantean que en cuanto el catarí compre se ejecute una oferta pública de venta, OPV, algo, según varias fuentes del mercado, imposible a corto plazo. “El mercado es mucho más beligerante que los bancos, que al fin y al cabo están atrapados en el préstamo y El Corte Inglés es too big to fail -demasiado grande para caer-. Pero los inversores no tienen porque jugarse su dinero si el futuro de una empresa no está claro”.

Pérdida de confianza
Ante este escenario, “los inversores han perdido toda la confianza en la compañía, y si la confianza del mercado es imposible plantearse una OPV”, insisten las fuentes. “Tendrá que solucionarse el conflicto y pasar un tiempo razonable antes de que se recupere la confianza perdida”. Y es que la desconfianza también afecta a la emisión de bonos de 1.200 millones prevista para antes del verano, que deberá aplazarse, una emisión enfocada a reemplazar el crédito puente obtenido por El Corte Inglés, pero se necesita que obtenga una valoración positiva por parte de dos de las tres grandes agencias de calificación crediticia y ahora mismo, según algunas fuentes, “sólo podría conseguir una calificación de bono basura”. Esto no es preocupante para los bancos porque hay un plazo de dos años para que los grandes almacenes lancen la emisión de bonos, pero el retraso conllevará unos mayores costes financieros, debido a los elevados intereses del crédito, que reducirán su cuenta de resultados.
Por tanto, si la compañía no puede endeudarse para comprar las participaciones con autocartera ni puede salir a bolsa de forma que el jeque contemple adquirirlas, la única salida es la venta de activos. Según una de las fuentes, “El Corte Inglés tiene un ingente patrimonio inmobiliario. Con vender un par de centros comerciales, solucionaría el problema”.

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