Imaginen que no fue un sueño

Carolina Gutiérrez Montero.

Por Carolina Gutiérrez Montero (Investigadora biomédica)
Trasladen su mente a un país imaginario, un país en el que gracias a las leyes y normas recogidas en un libro llamado Constitución, el Gobierno vigente, condenado en los tribunales a título lucrativo por su corrupción continuada, es depuesto legítimamente gracias a los votos del resto de los parlamentarios de la oposición.
Imaginen que el nuevo Gobierno está encabezado por un presidente que ha formado un Consejo de Gobierno en el que hay más ministras que ministros, en el que existe un Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, y dónde el propio y nuevo presidente se ha atrevido a decir literalmente: “La ciencia debe ser el motor económico de nuestro país”.
Pues ahora despierten y piensen que todo esto que les he relatado brevemente no ha sido un sueño. Es algo que ha pasado en nuestro país la semana pasada. Algo que nos ha trasladado a los que nos dedicamos a la ciencia y la investigación una gran dosis de esperanza y optimismo, una pequeña ilusión que nos hace sentir que por fin estamos en la cabeza de los políticos.
Siempre he defendido que como la ciencia y la innovación no alcanzasen un primer plano en la agenda política y social, estábamos abocados a seguir perdiendo todo el valor que podríamos alcanzar en nuestro país en este campo. Que necesitábamos un gobierno que no pensase en la ciencia como un gasto sino como una inversión. Que la ciencia generaba dinero y que efectivamente podía ser el motor económico de un país como ocurre en otros países de nuestro entorno.
Pues parece que empezamos bien con el reciente cambio y los científicos estamos de enhorabuena. Podemos empezar a ilusionarnos por volver a tener un Ministerio propio que pueda ocuparse específicamente de gestionar y buscar soluciones a nuestros problemas: tenemos un interlocutor directo.
Y además tenemos al frente de este Ministerio a alguien que sabe de la materia, lo cual es doblemente gratificante.
A los ciudadanos siempre nos gusta escuchar cuando se producen las designaciones ministeriales que cada una de ellas estará encabezada por los más doctos en cada una de las carteras: con los conocimientos adecuados para llevar a cabo la dirección ministerial y para crear un equipo competente que ayude a su gestión.
He de confesar que inicialmente la designación del nuevo Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades no me sedujo mucho, no les voy a engañar: posiblemente es fruto de mi ignorancia y desconocimiento específico de su trayectoria.
Sé que es una persona súper brillante, inteligente, ingeniero aeronáutico, que ha triunfado con los más grandes dentro de su campo (aeroespacial) y que ha traspasado fronteras, llegando a ir al espacio en varias ocasiones. Que ha trabajado para la NASA y para la Agencia Europea Aeroespacial…y me dirán, ¿y qué más quieres? Pues posiblemente estén en lo cierto, ¿qué más quiero?
Pues empecé a pensar en la gestión, en la parte de las universidades que lleva implícito este ministerio, en todos los problemas que lleva arrastrando la ciencia en nuestro país desde hace muchos años…y empecé a decirme y preguntarme a mí misma: ha trabajado mucho tiempo fuera, no va a entender nuestros problemas específicos de aquí; ¿sabrá de universidades?, ¿de gestión?…
En fin, perdónenme pero creo que me pudo la emoción de ver que teníamos ministro y empecé a “exigir” que tuviese más formación de la que jamás se le ha pedido nunca a nadie al ocupar un cargo ministerial. Estoy contenta, tenemos que estar contentos, y creo que la comunidad científica en general así lo está, lo cual es algo muy positivo. Creará un gran equipo, se rodeará de los mejores que complementen las partes más desconocidas para él, que serán pocas dado su gran currículum. No se le puede pedir más, sólo concederle el mejor de los inicios al frente de este ministerio.
Esperemos que el tiempo que dure el mismo mejore la situación de la ciencia en España. Que los ciudadanos comprendan el importante papel que tiene la investigación e innovación en la sociedad y en último término en sus vidas. Que vean con satisfacción y recompensa la inversión que se haga con sus impuestos en ciencia e innovación. Que comprendan que un país sin ciencia es un país sin futuro. Que nuestro sueño dure mucho.
Suerte Pedro Duque. Tu triunfo será nuestro triunfo.

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