“Hiperliderazgo tóxico. No “es la economía, estúpido””, por Javier Marín.

Javier Marín.

Javier Marín Vázquez es Secretario General de AIRES (Alianza de la izquierda republicana de España)
Con un Gobierno de España formado por el tripartito PSOE + UP + IU, la economía a 28 de mayo de 2023 estaba así: Baja el paro, suben los contratos fijos; sube el SMI; suben las pensiones.

Sin embargo los resultados electorales fueron estos: Se abstuvieron de votar 12’8 millones de personas. El PSOE perdió 400.000 votos, 6 CCAA y 22 capitales de provincia.

Sus socios de gobierno U. PODEMOS, que en 2019 obtuvieron 3.100.000 votos, 64 diputados autonómicos y 76 alcaldías se han atomizado de tal forma que ningún medio de comunicación es capaz de contabilizar cuantos votos mantiene alrededor de su órbita en 2023, ya que perdió la argamasa que formaba con sus mareas en 2019, y esta vez se han presentado por separado. En cualquier caso UP ha perdido 54 diputados autonómicos y lleva camino de emular la agonía de Ciudadanos durante los próximos 4 años. A su vez, IU ha perdido 104.000 votos

El “cliente privilegiado” del Gobierno, ERC ha perdido 400.000 votantes.

Y los que se han opuesto a todo avance social para la clase trabajadora, PP y VOX, ganan 1.900.000 y 800.000 votos, respectivamente. La derecha sube, la izquierda baja.

En el márketing político, siempre se explica que los ciudadanos votan más con la cartera, que con la cabeza: “Es la economía estúpido” que le apuntaba James Carville, asesor electoral a B. Clinton, en medio de un debate en 1992 contra George H. W. Bush (padre).

Pero en este caso va a ser que no. Pedro Sánchez, Oscar López y el equipo de asesores de La Moncloa, han intentado aplicar esta técnica durante el último año y como se ha visto no les ha funcionado. ¿Por qué?

Las causas que voy a compilar a continuación, no son sólo observaciones mías, las he recogido también de numerosos cuadros políticos que continúan en el PSOE –yo me fui en 2020, después de 40 años de militancia hiperactiva- y todas ellas tienen que ver con el estilo de liderazgo tóxico de Sánchez.

Los que impartimos en la universidad la asignatura de Técnicas de Organización y Liderazgo, además de explicar en positivo las características principales de un líder carismático, hacemos también un alto para explicar el “dodecálogo del anti líder” el prototipo del líder tóxico.

Como este artículo no permite una explicación extensa del tema, resumiré algunas de esas características:

  1. No desarrolles una actitud de aprendizaje. Que vengan aprendidos, generar cultura organizacional en positivo crea sinergias y cohesión grupal. Mantén dividido a tu equipo y alimenta la desconfianza entre ellos, así no se unirán para conspirar contra ti. “Que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda”, “La información es poder”, no la compartas.
  2. No plantees ni te preocupes por planificar objetivos estratégicos a corto o medio plazo. Fomenta un “estado de emergencia nacional permanente”. Ante situaciones de urgencia se verá como una grave deslealtad no colaborar.
  3. No demuestres empatía o actitud de escucha. Ordena y manda. “Aquí no se piensa, se obedece”. La altanería, el despotismo y las humillaciones en público, liberan adrenalina y les mantendrá temerosos y activos.
  4. Resalta tus méritos y prestigio. No seas humilde. Apúntate todos los tantos. Los méritos son tuyos, los fracasos son de tu equipo. Cuando haya problemas de dirección no les des explicaciones, limítate a corta cabezas.
  5. Tarda en responder o, mejor, no respondas a los problemas. Si tienen solución, ¿Para qué preocuparse? y si no la tienen ¿Para qué preocuparse?
  6. No crees discípulos. No dejes descendencia. Deja claro que “contigo acaba todo”. Hazles llegar a la conclusión de que “O tú o el caos”. Que detrás de ti no crezca la hierba.

Estoy seguro que mientras ustedes iban leyendo, se les iba escapando una risilla malvada por la comisura de los labios, porque estaban identificando al personaje.

Sí; presidentes autonómicos, que aún lo son, me comentaban hace un par de años con amargura: “Yo no solo soy un presidente regional, si no que además soy el secretario general del PSOE en mi comunidad, y Sánchez no se digna a cogerme el teléfono desde hace 1 año”.

En reuniones que he seguido manteniendo con dirigentes del PSOE, hemos coincidido en el diagnóstico de situación sobre el agravamiento y deterioro de la organización; en que se estaba lapidando la democracia interna en el Partido, y la motivación de la militancia quedaba reducida exclusivamente a la esperanza por obtener un puesto de trabajo o un cargo político, pero que la motivación por la defensa de las ideas del Socialismo y por hacer crecer al PSOE, habían desaparecido en todas las agrupaciones. Números cantan. La afiliación en el 38 Congreso de Sevilla en 2012, era de 250.000 afiliados. En el 40 Congreso de 2021 no llegaban a 100.000. Si llega a celebrarse el 41 Congreso, bajo la Secretarían General de Sánchez, no llegaran a 50.000, auguro.

Antonio Gramsci nos enseñó que para conquistar el poder, primero habíamos de operar un cambio en la cultura social; impregnándola de los valores y principios del Socialismo, y para ello, los socialistas debíamos insertarnos en las organizaciones cívicas, sociales, culturales, recreativas y políticas, para contribuir a la transmisión de esos valores.

Esa enseñanza rigurosamente aplicada por el independentismo catalán desde 2010, se transformó en una revuelta social en 2017, y desde entonces gobiernan la Generalitat de Catalunya.

El PSOE hizo todo lo contrario; abandonó las asociaciones de vecinos y cualquier otra entidad en la que participaban sus militantes, desde que venció en las primeras elecciones municipales de 1979. Bien al contrario, las respectivas direcciones políticas del Partido en los ayuntamientos, criticaban y apartaban a los afiliados que encabezaban las reivindicaciones de cualquier movimiento social. “Que dejen de tocarnos los cojones. Para gobernar ya estamos nosotros” Esa era la frase más común entre los nuevos líderes déspotas, que eran muchos. Estos reivindicaban la frase de Carlos III “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” muy propia del despotismo ilustrado del siglo XVIII, con la diferencia de que los ilustrados políticos en 1979 eran bien pocos.

El Presidente es conocido entre sus propias filas como el “Killer de la Moncloa” debido a su indisimulada habilidad para cortar cabezas sin dar ningún tipo de explicaciones políticas.

Se salta los Estatutos como le viene en gana. Pasa olímpicamente de los órganos de control y decisión interna del PSOE. Ya sea para cuestiones tan irrelevantes como modificar el Código Penal y dejar en libertad a más de 1.000 agresores sexuales; cómo para descodificarlo quitando de él los graves delitos de sedición o malversación de fondos públicos, para dejarlo en “desórdenes públicos agravados” o rebajar la pena de 8 años por corrupción a 4 años ahora, si de dejar libres a sus socios de ERC se trata, otorgando indultos exprés a condenados por el TS, a cambios de que le voten los PGE del 2023. Del Código Penal de 1995, hemos pasado al Código Penal de Junqueras, en un “trés i no res”

No hace falta seguir con la retahíla de agravios políticos con los que Sánchez ha ofendido gravemente la dignidad de todos los españoles. Es bien conocida su falta de palabra, entre lo que prometió en la campaña electoral de 2019 y lo que ha acabado haciendo. El Código Civil califica como fraude contractual el hecho comercial de defraudar de facto lo que se promete de iure. La promesas electorales de Sánchez en 2019, respecto a lo que ha acabado aplicando en estos 4 años, se parecen como un huevo a una castaña.

Y este creo yo es el quid de la cuestión. El porqué de su fracaso electoral en primera persona. Él ha deteriorado la marca PSOE y los ciudadanos han reaccionado quitándole su confianza. Ya no es creíble. Se ha comportado como un trilero durante estos 4 años, engañando a propios y extraños. Engañando al electorado al que prometió solemnemente “Yo nunca pactaré con el independentismo” y “No dormiría tranquilo si pactara con Podemos”

Volviendo a los manuales de Liderazgo político, entre las 12 cualidades principales de un líder carismático, a mi juicio, Sánchez carece de las 8 siguientes: Ético; Riguroso; Sincero; Confiable; Democrático; Empático; Catalizador; Generador de seguridad en su equipo haciéndoles crecer. No hace falta preguntarles a sus decapitados Adriana Lastra; J.L. Ábalos; Pedro Duque; Carmen Montón; Magdalena Valerio; Isabel Celaá; Máximo Huerta; Carmen Calvo o Iván Redondo, seguro que estarían de acuerdo.

Conseguir los objetivos personales a cualquier precio, sin aprecio a la ética en los medios utilizados, es una praxis propia de Maquiavelo, en su obra “El Príncipe”, que para un egoísta puede resultar útil, pero para las personas comunes, generosas y bienintencionadas, resulta detestable y reprobable; y eso es lo que los ciudadanos han hecho, manifestándolo con su voto el 28-M.

Sánchez es percibido por la mayoría de la ciudadanía española como un líder duro; maquiavélico; cruel; egoísta; mentiroso, que no cumple su palabra; del que no te puedes fiar. Es decir, reúne todos los ingredientes de un líder tóxico. Ha perdido la cualidad principal para el liderazgo político: la credibilidad personal.

Probablemente él es consciente de ello; por eso no ha querido rendir cuentas ante su Ejecutiva Federal, ni ante el Comité Federal, máximo organismo de dirección entre congresos, ni ante su propio Consejo de Ministros y se ha liado la manta a la cabeza convocando nuevas elecciones generales para el 23 de julio, para sorpresa de todos.

Tonto no es. Sánchez sabe seguro que va a perder. A J. F. Tezanos ya no le pregunta ni el apuntador. Por eso sigue caminando sobre el alambre, sabiendo que tiene red; un puesto de trabajo asegurado en la OTAN, el aumento del gasto militar un 2% del PIB y la genuflexión humillante ante el Rey de Marruecos fueron su inversión a futuro.

Sánchez prefiere aparecer apeado del poder como víctima de las hordas fascistas, comandadas por PP + VOX, que expulsado por su propio Partido, que le iban a exigir exigiéndote responsabilidades por la derrota.

Los ciudadanos nos han pegado una patada a 1.600 alcaldes, concejales y diputados autonómicos, que iba dirigida al culo de Sánchez” expresaron amargamente numerosos dirigentes del PSOE con los que me reuní en Madrid el 1 de junio.

La intención era esa, exigirle cuentas, pedir la reunión urgente del Comité Federal, para exigir un Congreso Extraordinario que sustituyera a Sánchez en la Secretaría General, antes de la convocatoria de las elecciones generales previstas para diciembre, que él aseguró no adelantaría para agotar la legislatura. Esa es la cultura organizacional interna en el PSOE, que se aplicaron a sí mismos González; Zapatero y Rubalcaba, cuando perdieron las elecciones.

Sánchez nos ha demostrado sobradamente, a los socialistas y a los ciudadanos en general, que es un hombre sin palabra; que antepone siempre sus propios intereses personales a los del Partido. Él sabe que dejará al PSOE como un erial. “El que venga detrás que arree” nos deja como mensaje subliminal. En su emulación va de Maquiavelo hasta Atila “Que detrás de mí no crezca la hierba”. Ese será el legado que dejará al PSOE.

1 thoughts on ““Hiperliderazgo tóxico. No “es la economía, estúpido””, por Javier Marín.”

  1. Otro resentido más que magnífica como lo hace la derecha los 3 simplones incumplimientos del Presidente.
    Jamás tuvimos un Presidente tan bueno como este

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