Fusilaron al amor en libertad

Por Mari Ángeles Solís del Río · @mangelessolis1
Era un hombre de 38 años, con una imaginación maravillosa y desbordante. Homosexual, rojo y republicano en un pueblo atrasado y una sociedad triste. Sus únicas armas eran la pluma y las estrellas. Se dedicaba a vomitar versos, escupir metáforas y parir estrofas. Era libre aunque le ataran.
Fue en una madrugada de agosto de 1936: “mil panaderos de cristal herían la madrugada». Un cuartelillo, ojos llenos de lágrimas, paloma blanca sin vuelo. Cerrojos que se abren, gritos, cubierta la cabeza con un saco, empujones.
El tiempo se detiene. Cae al suelo como el toro con la cabeza en el albero, “las cinco de la tarde en punto». No eran las cinco de la tarde… truncada profecía por la mierda del odio.
Más empujones, le quitan el saco, aire fresco, ¿cuántos hay?, acaso cuatro… (¿y esos se llaman valientes?).
Acepta su destino: es poeta, es madrugada, tiene las manos atadas y, frente a él, armas de fuego.
Se oyen disparos… Se oyen risas…
La cuneta abraza la sombra de un cadáver.
Ésta es la estupidez humana, que ni siquiera las estrellas comprenden cuando miran desde las alturas, la carne y los huesos en tierra como si fueran más estrellas. También, arriba, ella, “luna de pergamino”. Y, en toda esa escena, la voz de un ser despreciable que dijo: “le metí dos tiros por el culo por maricón”. Ese despojo de hombre que disparó, le hizo inmortal. Si le asesinasteis por rojo y por maricón… ¡qué grande vuestra España!… ¡No!, qué pequeña, qué miserable, qué triste… Grande, Federico que hizo Grande a España.
Entre Viznar y Alfacar/ mataron a un ruiseñor/ porque quería cantar”. Le mataron en Alfacar. No existió, en realidad, línea ilusoria entre un pueblo y otro. El ruiseñor… mala comparación, la crueldad del asesinato brutal de un hombre de 38 años, a manos de un grupo de fanáticos sin escrúpulos. Tres heptasílabos que, entre la locura, la confusión, y el dolor, se convierten en mito.
Con las entrañas rasgadas de dolor, Antonio Machado, escribió así:
Se le vio, caminando entre
fusiles
por una calle larga,
salir al campo frío,
n con estrellas, de la
madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle a la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!.
Muerto cayó Federico
-sangre en la frente y plomo
en las entrañas-
…Que fue en Granada el
crimen
sabed -¡pobre Granada!-,
¡en su Granada!…
Le mató la envidia, le mató el odio de las mentes conservadoras, por su brillantez literaria, por su homosexualidad no oculta y por sus ideas progresistas.
Lorca era un hombre de izquierdas. Así definió, él mismo, la sociedad: “El mundo está detenido ante el hambre que asola a los pueblos. Mientras haya desequilibrio económico, el mundo no piensa. Yo lo tengo visto. Van dos hombres por la orilla de un río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio el aire con sus bostezos. Y el rico dice: ‘¡Oh, qué barca más linda se ve por el agua!. Mire, mire usted el lirio que florece a la orilla’. Y el pobre, reza: ‘Tengo hambre, no veo nada. Tengo hambre, mucha hambre’. Natural. El día que el hambre desaparezca, va a producirse en el mundo una explosión espiritual más grande que jamás conoció la humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la gran revolución. ¿Verdad que te estoy hablando en socialista puro?”.
Poco más que decir. Federico García Lorca, siempre inmortal.

5 thoughts on “Fusilaron al amor en libertad”

  1. Me ja impresionado leer este articulo. Tenían que haber más de este tipo. Conocer nuestro pasado es saber a dónde nos dirigimos.
    Mis sinceras Enhorabuena a la autora.

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