“Esgrima, mejor que navajazos”, por Pedro Molina Alcántara.

Pedro Molina Alcántara.

Este servidor que les escribe es un amante de los debates. En mi etapa universitaria, tuve oportunidad de fundar un club de debate junto con unos amigos. Hicimos talleres, con más voluntad que oficio pero con mucha ilusión, y participamos en varios torneos por toda España. En el debate de competición gana quien supera a su oponente en una serie de ítems o criterios establecidos y conocidos de antemano que valoran jueces -gente experimentada en la materia-, cuya decisión es objetiva.

Un debate político, ya sea en un parlamento o en una campaña electoral, no es lo mismo, eso es evidente; sin embargo, me encantaría que nuestra clase política bebiese de esa cultura del debate a la que me he referido en el párrafo anterior. El respeto al adversario, la belleza en las exposiciones, el rigor en los argumentos, etc.; son principios que deben primar siempre en todo debate.

Esta semana hemos tenido oportunidad de presenciar un debate en RTVE previo al debate de los candidatos a la presidencia del Gobierno, que será la semana que viene. Presentó y moderó el experimentado periodista del ente público Xabier Fortes y participaron Cayetana Álvarez de Toledo por el Partido Popular, la ministra María Jesús Montero por el PSOE, Irene Montero por la coalición Unidas Podemos, Inés Arrimadas por parte del partido Ciudadanos, Gabriel Rufián en representación de ERC y Aitor Esteban por el PNV. A mi juicio, hubo dos ganadores: la ministra Montero y el nacionalista Esteban. Montero supo mantener un perfil muy institucional y propositivo, diferenciándose de la derecha y el nacionalismo periférico y repeliendo sin derrochar energía las invectivas que le lanzó la candidata del PP, a quien ahora después me referiré. Esteban, por su parte, también supo colocar su mensaje vasquista sin exabruptos, con moderación y mano tendida.

Luego podemos hablar de un triple empate entre Irene, Inés y Gabriel. Los tres contendientes supieron difundir su mensaje con solvencia pero sin mucho brillo. Quizá en el caso de Irene y de Inés las veo reiterativas en exceso en sus intervenciones: Irene se centró en las llamadas “puertas giratorias” y en las “cloacas del Estado” y me parece que hace bien pero no ofreció nada novedoso. Reconozco que me gustó más en el debate del sábado de la semana pasada en La Sexta Noche. La vi más contundente. Inés, por su parte, repitió como de memorieta el argumentario de Ciudadanos por enésima vez. Yo creo haberle escuchado cuatro o cinco veces casi el mismo discurso. La intervención de Gabriel Rufián fue muy similar a la de Irene Montero y reconozco que supo controlar un poco sus habituales salidas de tono. Ahora bien, resulta poco creíble ver a un político independentista citar la Constitución española cuando no cree en ella.

Y finalmente, tal y como yo lo veo, Cayetana Álvarez de Toledo fue la perdedora de la noche. Apenas lanzó propuestas y, desde el minuto inicial, se limitó a atacar a Pedro Sánchez y al PSOE, fundamentalmente. Mantuvo una actitud prepotente y, además, cometió el gravísimo error de entrar en terreno pantanoso tratando de forma banal el delicadísimo asunto del consentimiento en las relaciones sexuales. No solo no se retractó sino que se reafirmó. Su minuto final no me pareció malo -esa última intervención se suele traer escrita o memorizada de casa-, pero no enmendó su situación. Quizá a las bases de su partido les gustase una actuación tan bronca, pero a quienes aprendimos el debate como un combate de esgrima no nos gustan los navajazos.

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