El analfabeto político

Por Alfonso Zamora Saiz.
Se atribuye a Bertolt Brecht aquel párrafo donde explica que el peor analfabeto es el analfabeto político, porque ni escucha ni participa de la política, porque no es consciente de que todas las cosas que le pasan, le han pasado y le pasarán son consecuencia de decisiones políticas. Y no contento con su ignorancia se jacta de la misma, diciendo que no le interesa y que no va con él.
Las próximas elecciones autonómicas (o nacionales, o constituyentes) que se celebrarán el 21 de diciembre en Cataluña van camino de ser un ejercicio de causa o consecuencia de la falta de ideología y del analfabetismo político. La precampaña nos ha dejado en los movimientos de última hora en las listas electorales de los principales partidos que más parecen de un inicio liguero que de estructuras partidistas serias con bagaje histórico. Los partidos tienen que reinventarse por agotamiento, según parece, y necesitan convencer a sus fieles y atraer nuevos parroquianos ofreciendo algo. Pero ofrecer algo es complejo en la política actual, parece más sensato-al menos no tan doloroso- ofrecer alguien.
El alcalde de Gimenells i Pla de la Font, Dante Pérez, hijo, nieto y bisnieto de alcalde, se pasa del PSC -es alcalde por una candidatura popular vinculada al PSC pero no por el PSC- al PP de García Albiol. Dice que es por los coqueteos del PSC con el nacionalismo.
Estos coqueteos se han sustanciado en la incorporación de Ramón Espadaler, otrora adalid de los democristianos de Unió contra el matrimonio homosexual en el Congreso, que se acaba de casar con Miquel Iceta. Esquerra Republicana recupera a Carme Forcadell en sus primeros puestos, la presidenta que vota y proclama pero luego dice en sede judicial que realmente ni vota ni proclama, que todo era quizás tal vez. El sucesor de Carme al frente de la ANC-emblemática posición-, Jordi Sànchez, ficha por su gran rival, el PDeCat, porque ahora ya no van de la mano. ¿Que estuvo 20 años con Iniciativa per Catalunya? Qué más da, la independencia lo vale, las ideas son las ideas.
Ciutadans no ha fichado a nadie en esta ocasión, han fichado tanto y tan deprisa en el pasado que tienen la charca con más ranas que Aguirre, se van a dar un respiro. Y los morados comunes-que no comuneros- nunca fichan porque como están inmaculadamente concebidos no quieren contaminarse con el pecado original de las viejas formaciones. Nadie como las CUP, que en cada convocatoria renueva por completo sus listas, porque ahí sí importa es su ideología: son anarquistas, defienden saltarse la ley y cuando llega el momento se la saltan, en coherencia un 10.
Vivimos tiempos donde las ideologías se penalizan, las creencias son volátiles y reina el pragmatismo. Nadie se compromete con nada ni con nadie, porque entiende que en la sociedad actual las siglas están desfasadas, las corrientes de pensamiento pertenecen a otro tiempo, y el futuro se encuentra en la mal entendida transversalidad. Transversalidad que hace que cualquiera pueda trasvasarse de dónde sea a dónde sea, por el primer canal que pille. Me imagino con desazón a un pujolista en su masía lleidetana introduciendo la papeleta de Puidgemont-Sànchez, y a un socialista del cinturón industrial votando a Uniò.
Hay dos tipos principales de tránsfugas desideologizados. Los primeros son los que entienden-o la sociedad sobreentiende-que representan una entidad superior que una idea parcial, ya sea central o escorada del espectro político, y su inclusión en listas y gobiernos está justificada por la amplia fracción del vulgo que se arrogan. Te los puedes encontrar lo mismo en una plaza micrófono en mano, encabezando una manifestación o un ministerio, van a desarrollar lo mismo.
El otro son los apolíticos. Estos ciudadanos que reniegan de todo y todos, a los que cualquiera les parece malo porque ellos tienen una idea mejor, son capaces en relación a los incapaces que hay. Son esos ciudadanos que no participan en la vida política porque consideran que no va con ellos. No participan y juran y perjuran que no participarán hasta que participan-es decir, hasta que alguien les ofrece un sillón-y ahí prueban las mieles y sinsabores de la gestión pública y el día que no pueden aportar más, entonces se remiten a la falta de recursos democráticos en el estado actual que estén a su altura, momento en el que dejan de practicar la política para volver a ser predicadores.
Los dos tipos venderían a sus abuelas por seguir en el chiringuito, romperían los carnés que sea necesario y abjurarán de todo lo comulgado. Todo en aras del consenso y las mayorías amplias. Todo en contra del circunscribirse en una ideología con tal de volar libre en el cielo de lo etéreo, pero con un ojo puesto en la poltrona y el otro puesto en la próxima poltrona.
Pero todos estos, ambas tipologías, no son analfabetos políticos, como dice Brecht. Lo que son es sobre leídos en ciertos manuales, los del personalismo, los de la hipocresía. No son inteligentes, pero sí unos verdaderos listillos. Los que realmente somos analfabetos políticos somos los que permitimos que sigan dónde están.

2 thoughts on “El analfabeto político”

  1. Un pueblo sin cultura es un pueblo esclavo…. no recuerdo ahora quien lo dijo… Engels (el que màs me pega), Marx, Lenin…. cualquiera de ellos puede ser el padre….
    Pero aún es más grave un pueblo aborregado y sin cultura política… paso del interés evidente del franquismo, a la clarísima evidencia del interés de los gobiernos democráticos que hemos tenido….
    Su incuria, su falta de interés en practicar la pedagogía política nos ha llevado adonde hoy estamos: el imperio de la mediocridad política y la desvergüenza de unos denominados “políticos” cuya irresponsabilidad estamos pagando hoy todos los españoles….
    Aunque deba reconocer que siempre hay excepciones que confirman la regla…. pero en este caso son tan poquitas… tan poquitas…

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