La crisis que se abrió en Rusia el sábado con la rebelión de los mercenarios de Wagner no se ha cerrado, ha valorado Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense.
A su juicio, la operación protagonizada por los paramilitares de Yevgeni Progozhin con él a la cabeza es un “desafío directo” a la autoridad de Vladimir Putin, presidente ruso.
Según ha trasladado Blinken “todavía no hemos visto el último acto”.
En principio, la crisis de Wagner ha terminado con la marcha de su líder a Bielorrusia sin que pese sobre él cargo alguno.
Además, el Kremlin ha asegurado que no se tomarán medidas contra los, al menos, 5.000 hombres que se dirigieron hacia Moscú el mismo sábado.
Antes, habían tomado, sin resistencia, Rostov, al sur de Rusia, sede del mando sur ruso y desde donde se dirigen las operaciones en Ucrania.
Después se entraron en la región de Lipetsk y enfilaron hacia Moscú, deteniéndose a apenas 200 kilómetros. Fue entonces cuando el líder de los paramilitares anunció que replegaba sus fuerzas.
Previamente, había mantenido conversaciones con Aleksander Lukashenko, presidente bielorruso, con la oferta de Putin: amnistía para todos los miembros de Wagner y Prigozhin, a Bielorrusia.
No obstante, no se conoce nada nuevo de él desde que salió de Rostov, en la noche del sábado.
Ante ese escenario, Blinken ha señalado que “esta situación preguntas muy profundas y demuestra verdaderas grietas”, entre las autoridades rusas.
“No quiero especular cómo va a acabar esto exactamente pero Putin va a tener que responder muchas cuestiones de aquí a las próximas semanas”, indicó.
Así, apuntó que, según las últimas informaciones, las fuerzas de Wagner se integrarán en el Ejército de Rusia, “con lo que ello conlleva para otras partes del mundo”.
En todo caso, explicó que “estamos ante asuntos fundamentalmente internos que los rusos deben resolver, no es nuestro lugar hacer eso. Nos corresponde asegurarnos de que Ucrania siga teniendo lo que necesita para defenderse y recuperar el territorio que Rusia ha ocupado allí”, concluyó.