Tuvieron que pasar más de treinta horas para que Donald Trump condenara el asalto al Capitolio del miércoles perpetrado por sus seguidores.
Lo hizo en un vídeo colgado en Twitter, red social que bloqueó su cuenta durante doce horas por “la violenta situación sin precedentes en Washington” provocada por sus palabras en un mitin poco antes del ataque al Congreso. También por sus tweets durante el asalto.
Así, el todavía presidente de Estados Unidos se declara en el vídeo “indignado” por el “atroz ataque al Capitolio” y por la “anarquía, violencia y caos”. Una “insurrección” como lo calificaron George W. Bush y Joe Biden que ha causado la muerte de cinco personas.
Poco después de que Donald Trump lanzará su mensaje en Twitter, se anunciaba la muerte de un policía a causa de las heridas sufridas durante el ataque. Además, el presidente saliente admite por primera vez que “un nuevo Gobierno será investido el 20 de enero”.
No es casual que Donald Trump haya echado marcha atrás en su actitud. La Fiscalía de Estados Unidos acaba de abrir una investigación para esclarecer si al presidente saliente se le puede acusar formalmente por incitación a la violencia.
Y es que el todavía inquilino de la Casa Blanca se dirigió a sus seguidores congregados en los alrededores de la sede del Poder Legislativo estadounidense. Tras sus palabras, miles de personas marcharon hacia el Capitolio. Trump les había instado a ir hacia allí porque “nunca podréis recuperar nuestro país si sois débiles”.
No es casual que el magnate neoyorquino haya reculado. Los demócratas tienen claro lo que hay que hacer. Más aún cuando en unos días se harán con el poder en el Senado y ya controlan la Cámara de Representantes.
O el gabinete que encabeza Mike Pence, el vicepresidente, empieza los trámites para destituir a Trump, o lo hará el Congreso. Así de contundente se manifestó Nancy Pelosi en una comparecencia pública.
En la misma línea hizo unas declaraciones Chuck Schumer, líder demócrata en el Senado, unas horas antes. Calificó el asalto al Capitolio como una “insurrección contra Estados Unidos y citada por el presidente”. “No debe ejercer el cargo un día más”, aseveró.
Sin embargo, por el momento, nadie parece que vaya a invocar la Vigesimoquinta Enmienda de la Constitución estadounidense. En virtud de ella se podría destituir a Donald Trump. Sería la primera vez que un presidente de Estados Unidos sufriera esa humillación política e institucional.
Apenas le quedan trece días de mandato, pero hay tiempo para destituirlo o para someterlo a un nuevo impeachment. De ese modo, si se aplicara cualquiera de esas medidas, prácticamente acabaría con la carrera política del todavía inquilino de la Casa Blanca.
Con todo, es poco probable que Pence inicie dicho proceso. Es el único que puede pedir la Vigesimoquinta Enmienda y tendría que contar con el respaldo de todo el gabinete.