“Comer poco nos protege de padecer cáncer”, por Carolina Gutiérrez Montero.

Carolina Gutiérrez Montero.

Un estudio español (EPIGEICAM study) publicado recientemente por la revista Scientific Reports ha puesto de manifiesto algo que en el fondo de nuestro subconsciente todos sabemos: comer mucho, no es bueno para casi nada.

De forma específica, en este trabajo multicéntrico llevado a cabo en toda España se ha demostrado que el exceso de ingesta calórica constituye un factor de riesgo en las mujeres para el desarrollo de cáncer de mama. Mientras que, y lo que es quizá más importante, una restricción calórica en las mujeres entre 18 y 70 años de asocia como un factor protector de cara al desarrollo de dicho tipo de cáncer.

El cáncer de mama constituye el tumor maligno más común entre las mujeres de todo el mundo. En relación a los datos observados en toda Europa, los índices en España se encuentran en la media, con 83,3 casos y 15,7 muertes por cada 100.000 mujeres/año.

Trabajos previos han puesto de manifiesto que la obesidad basal y la ganancia excesiva de peso en las mujeres en la menopausia, se asociaba con un mayor riesgo de desarrollar un cáncer de mama. Sin embargo, menos estudiado estaba el caso del papel que podría estar jugando la restricción calórica como factor protector en el desarrollo de esta patología.

El trabajo epidemiológico de este grupo español pretendió evaluar la asociación entre el riesgo de cáncer de mama y la ingesta excesiva o deficitaria de calorías, en función de la masa corporal, la actividad física y la tasa metabólica de cada una de las mujeres que entraron en el estudio.

Se incluyeron 973 mujeres de un total de 23 hospitales correspondientes a 9 Comunidades Autónomas diferentes y con una edad comprendida entre 18 y 70 años. Todas ellas tenían una confirmación histológica de cáncer de mama incipiente. Cada uno de los casos de estudio fue comparado con otro caso control que compartía iguales características epidemiológicas pero sin presentar evidencias de cáncer de mama.

El estudio incluía un detallado cuestionario sobre los hábitos de ingesta calórica de cada mujer, actividad física así como una serie de pruebas metabólicas.

Se encontró, que aquellas mujeres cuya ingesta calórica era superior al 40 por ciento de la cantidad que realmente necesitaban de acuerdo a su actividad física e índice de masa corporal, tenían casi el doble de riesgo de desarrollar un cáncer de mama, en comparación con aquellas que presentaban un consumo calórico dentro de unos valores normales. Este dato cobró especial relevancia en las mujeres post menopáusicas, en las que además se observó que tenían una dieta alejada de lo que los autores denominaron dieta mediterránea.

Como apuntan los investigadores del estudio, por cada 20 por ciento de aumento de la ingesta calórica relativa (ingesta observada frente a la ingesta esperada, lo que se come frente a lo que se tenía que comer realmente), el riesgo de desarrollar un cáncer de mama con los denominados receptores hormonales positivos se incrementa en un trece por ciento, y si es en tumores triple negativos un siete por ciento.

Sin embargo, la restricción calórica, especialmente en mujeres pre menopáusicas se asociaba con un papel protector para el desarrollo de cáncer de mama.

Ya sabemos como les decía al principio que comer mucho no es bueno para casi nada, pero ahora además sabemos que si las mujeres acompañamos la realización de un adecuado ejercicio físico, con una ingesta calórica moderada que nos ayude a mantener un bajo índice de masa corporal podremos contribuir a la prevención de un futuro desarrollo de un cáncer de mama.

Parece que el comer poco puede ayudar a incrementar nuestra esperanza de vida, o al menos a cuidar de nuestra salud.

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