“Carta de Milarepa desde el Tibet” (XVIII), por César García Cimadevilla.

César García Cimadevilla caricaturizado.

Hemos recorrido un espacio indeterminado, en un tiempo prodigiosamente corto y nos hemos colado por el techo de un laboratorio donde se trabaja en la vacuna. No vamos a dar ningún dato que luego todo se sabe. Observas a los virólogos, a los científicos, congelados en el tiempo. Deberías haberlos descongelado, como a los sanitarios, a los generadores de alimentos, a los transportistas de los mismos, a las fuerzas de seguridad… Te estás haciendo un lío con los que están congelados y los descongelados, con el tiempo paralizado y el tiempo que fluye. Mejor creamos dos dimensiones, dos realidades, la congelada por tu artilugio y la descongelada en la que el tiempo sigue fluyendo como antes. Así también me evitarás ir haciendo agujeros en la pared de cartón del tiempo, que esto parece ya un queso de gruyere. Como has observado, a tu nueva mente, la de tu doble, porque tu yo real está congelado en el salón de tu casa, con el tenedor llevando a la boca un trozo de tortilla, le resulta muy sencillo viajar en el tiempo y viajar conmigo, levitando. Así, sin necesidad de perforar más el espacio-tiempo de lo que ya lo está con los agujeros negros, puedes ver cómo te llegan imágenes, secuencias del futuro que se producirá cuando le des al of y descongeles a todo el mundo. Vale, para no liarnos más, pongamos que el tiempo congelado no es real, sino una metáfora, y que la verdadera realidad es la que está ocurriendo una vez que apagas tu artilugio, que en realidad no existe, te lo has inventado tú copiando a una serie televisiva. Da igual lo que sea real o lo que sea ficticio, porque en estos tiempos todo el mundo desearía que la pandemia fuera ficticia y sin embargo es real.

Te suplico que te centres, estamos en el laboratorio de la vacuna, deja de momento las ideas que te vienen del futuro-presente, que son muy interesantes, pero ahora no vienen a cuento. Ya sé que has visto una película, In Time, que te ha dado otra idea maravillosa para una nueva metáfora. No la recomiendas porque no es una gran película, pero la metáfora sí que es interesante. En un futuro distópico todo el mundo lleva una especie de reloj biológico, genético, en la muñeca que indica el tiempo que les queda de vida, en cuanto llegue a cero se desploman y se mueren.  Con ese reloj pagan todo, si necesitan comprar algo ponen el reloj en un artilugio y pagan un día, un mes, lo que sea, o se puede intercambiar tiempo juntando el brazo del reloj con el otro brazo del reloj de otra persona. En esa sociedad distópica los millonarios tienen mucho tiempo, siglos, eones, y en cambio los proletarios apenas llegan a un día o a unas horas, gastan el tiempo intentando conseguir más. Se te ha ocurrido que ese reloj biológico podría transformarse en un reloj de valores, sí, los que actúan siguiendo valores fundamentales, básicos, espirituales les llamaría yo, recibirían tiempo en su reloj y los que actúan mal, son unos canallas, pierden tiempo y se mueren, a no ser que realicen buenas acciones o una persona generosa les regale tiempo porque sí. Sé que tú regalarías tiempo a todo el mundo porque que tu reloj biológico llegue a cero no solo no te asusta sino que te ilusiona. Es una metáfora con la que harías virguerías, sin duda, pero estamos en el laboratorio. Recuérdalo.

Congelados o descongelados los científicos se afanan en encontrar la vacuna. Primero porque son humanos y desean que nadie siga muriendo por el virus; segundo, porque ellos mismos y sus familiares estarían protegidos; tercero, porque nadie quiere vivir en la nueva normalidad, es molesta y hasta angustiosa; y cuarto porque si su empresa farmacéutica consigue una buena vacuna antes que las otras, se hará de oro y ellos también recibirán una agradable recompensa.  Muchas razones para trabajar duro. El problema, piensas, es que son empresas privadas, capitalistas, creadas para ganar dinero. Serán muy humanas y todo lo que quieras, pero son capitalistas, ese es el problema. Se supone que luego los gobiernos comprarán vacunas que distribuirán gratuitamente entre sus ciudadanos, la empresa farmacéutica subirá hasta las nubes en la bolsa y todos contentos. Te preguntas si los gobiernos no deberían tener empresas propias que se dedicaran a investigar y proveer de vacunas cuando fuera necesario. Si no se debería recortar un poco las alas al capitalismo, liberalismo a ultranza, la empresa privada, para afrontar situaciones como éstas.  Pero solo hablar de eso te pone los pelos de punta. El comunismo pone los pelos de punta, pero eso no sería comunismo, simplemente recortar un poco las alas al capitalismo. Sí, ya sé, lo vuelvo a repetir, a ti te gusta tanto el capitalismo, como el comunismo: nada. La palabra “nacionalización” está huida del diccionario. Eso es comunismo. Pero dejar en manos privadas, capitalistas, las vacunas en una emergencia planetaria, te parece un despropósito, por emplear una palabra suave. Claro que el gobierno gaste mucho dinero en buscar una vacuna, en testarla, en fabricarla y en distribuirla, también pone los pelos de punta, porque todos recordáis la palabra “recortes”. En una situación económica más que grave no habría dinero para todo, ni siquiera para tu pensión. Es para meditarlo. Esto es un verdadero lío. A ver quién le pone el cascabel al gato, utilizando una metáfora que te gusta mucho por razones obvias. Mejor apaga el fuego donde tienes la olla de tu mente y en esta realidad o en la otra, en una dimensión o en otra, repite conmigo.

QUE LA PAZ PROFUNDA OS ACOMPAÑE A TODOS EN EL CAMINO

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