«Carta de Milarepa desde el Tibet» (XII), por César García Cimadevilla.

César García Cimadevilla caricaturizado.

¿Puedes hacerme un favor? Baja a por el libro de Lawrence Durrell, el que lees en el jardín, el de Clea, la cuarta parte del Cuarteto de Alejandría que tanto te gusta y escribe a continuación la cita que hay al comienzo del libro. Sé que no te gusta el marqués de Sade, como no te gustan todas aquellas personas que carecen de principios éticos, que quieren destruirlo todo, y a martillazos, si es posible, pero no tienen nada para poner en su lugar. Escribe: “La condición primera y más hermosa de la naturaleza es el movimiento que la mantiene en incesante acción; pero el movimiento no es más que la perpetua consecuencia del crimen; sobrevivir tan solo en virtud del crimen”. También escribe, para que no te olvides, la frase de un personaje: “Este mundo constituye la promesa de una felicidad única que no estamos suficientemente preparados para comprender”.

Muchas gracias, amigo. Sé lo que te cuesta subir y bajar las escaleras. Estás demasiado gordo, deberías cuidarte más, así no tendrías que preocuparte tanto por la tensión alta. Te pido disculpas, prometo que no volveré a desvelar más tus intimidades. Te parecerá raro lo que te he pedido, pero de alguna manera hay que empezar y para hablar del tiempo paralizado y de sus consecuencias, está muy bien hablar del movimiento, filosofar un poco, si te parece. Como has decidido utilizar la metáfora del tiempo detenido de esa serie que no voy a mencionar más porque me cuesta mucho decir algo en inglés, permíteme un prólogo, no sé si largo o corto, porque yo no tengo prisa, ni siquiera por arreglar el desaguisado que habéis generado con vuestras inconsecuencias. Al fin y al cabo soy un buda, por encima, no digo de todo, pero sí al menos del espacio y el tiempo.

Mientras viajamos por el planeta –no, no te preocupes, no tendrás que pillar un avión, te llevaré levitando, para algo deberá servirme los poderes logrados con la budeidad- podemos filosofar un poco sobre el tiempo y el espacio. ¿Te parece? Dice Sade que el movimiento es un crimen, algo muy típico en él, hablar siempre de crímenes, de perversiones, de inmoralidad, como si los utilizara como una maza para derribar todo lo que no le gusta en esa sociedad hipócrita en la que vivís. Nosotros los budistas, como sabes, lo llamamos de otra manera, no crímenes pero sí karma. Todo movimiento genera karma, incluso también el no movimiento. Sé lo mucho que te gusta el “hacer” y el “no hacer” de la filosofía chamánica de Castaneda pero aún el “no hacer” genera karma, en realidad el guerrero habita en esta dimensión, o primera atención, cuando hace y en la segunda o tercera atención cuando no hace, pero en todas partes sigue el movimiento, de una u otra manera. Parar el diálogo interno es un objetivo del guerrero, como lo es parar el mundo. Un bonito concepto que te apasiona. Parar el mundo. Pues mira, parece que el coronavirus lo ha conseguido. Lo difícil es parar el universo, paralizar todas las dimensiones. La verdadera realidad no se mueve, es el Todo que no cambia, la perfección absoluta. El movimiento surge de la imperfección, algo se mueve para conseguir algo. Y de ahí nace el tiempo, del movimiento. El tiempo son tus orejas en movimiento, o tu mente, jejé, permíteme un poco de humor en este viaje tan trágico y surrealista. Si fuerais el Todo no tendríais que moveros, la parte ya está en el Todo, no hay que buscarla. Buscáis la perfección porque sois imperfectos; buscáis el Todo porque solo sois una parte. Buscáis la felicidad porque la perdéis constantemente con el movimiento. Ese es el crimen de Sade. Vuestro mundo es la promesa de una felicidad única, como dice Durrell, que no estáis suficientemente preparados para comprender, siempre moviéndoos de acá para allá. Por desgracia hay que moverse para sobrevivir. Sin movimiento no hay comida que llevarse a la boca, ni líquido para hidrataros, ni podéis vivir, tal como concebís la vida, porque la vida es puro movimiento. Por eso has tenido que poner en movimiento a los proveedores de alimentos y a los sanitarios para que cuiden de los contagiados, y a las fuerzas de seguridad para que se cumpla el confinamiento. No hay paralización absoluta, no hay confinamiento perfecto. Por eso tu metáfora también es imperfecta. La paralización no ha sido absoluta al oprimir la tecla del “on”. Incluso los confinados en sus casas siguen moviéndose, aunque de forma reducida. Y su mente no se paraliza nunca. Por eso hay que suministrarles entretenimiento.  Panem et circenses, como has tenido que mirar en Google porque tu latín está muy oxidado. Ya sé, ya sé, es que me divierto mucho contando tus intimidades. Por suerte los budas no hemos perdido el sentido del humor.  Hay que darles de comer y hay que entretenerles con algo. Por eso el mundo virtual no solo no se ha detenido sino que ha alcanzado mayor velocidad. Pero supongamos que todo se ha paralizado de forma absoluta, aunque solo sea para el trabajo hipotético que vamos a realizar. Solo nosotros nos movemos, levitando, de acá para allá, gracias a tus pulseras cuánticas o mágicas. Eso nos permitirá analizar lo que hay y lo que no hay, mientras observamos las posturas y los gestos en que cada uno ha sido pillado con la paralización absoluta generada por el artilugio. En unos casos lloraremos por el sufrimiento de la agonía y la muerte y en otros nos reiremos porque algunas posturas son fiel reflejo de lo ridículo de la vida humana. Pero eso lo veremos en el siguiente capítulo.

QUE LA PAZ PROFUNDA OS ACOMPAÑE A TODOS EN EL CAMINO

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