“Quilombo”, por Gonzalo González Carrascal.

Gonzalo González Carrascal.

Gonzalo González Carrascal · @Gonzalo­_Glezcar.
A veces el algoritmo va, y acierta. Emergente, su corriente hace ascender a la superficie una pequeña gema que, entre la mundana hojarasca, vale su tiempo. Un vídeo humorístico que, con un ágil montaje deplano contraplano, desencadena unendiabladocaudal desbordante de crítica total hacia un sistema.

Desde la Argentina, y bajo el epígrafe “GUILLE AQUINO PRESIDENTE”, se nos propone -preñada de viveza porteña- la feroz denuncia de un rebelde gañido. De un desgarro. Una desencantada visión generacional que, forjada en las claves del esperpento, disecciona despiadadamente la fatalidad de los males que aquejan a su país a golpe de jerga lunfarda.

Descacharrante, y alejado de toda condescendencia, su guión repasa de modo exhaustivo las miserias de una clase política y de una sociedad ligadas íntimamente en la consecución de un común despropósito. Indisoluble pareja de baile de un absurdo tango, aberrante y desacompasado en que, entrabados los cuerpos, acaban por caer de bruces amarrados el uno al otro.

Centrada mayormente su acción en la habitación de un presidente de la República sorpresivamente electo, el sketch nos sume en su ágil comicidad a través de la absurda, y no por ello menos lúcida, dinámica generada por el elenco que compone undisparatadogabinete, apuntalado por la figura de su principal oponente. Juntos contribuirán a radiografiar el presente, y rastrear el pasado, de un desatino. El que hace que una potencia no logre desasirse de las garras de la penuria.

En su evolución, la farsa se desata en un feroz tomaidaca, perfilando en el rostro del espectador el rictus nervioso de una sonrisa que duele. Mientras resuenan en sus tímpanos frases con dejes foráneos, que bien podría reconocer próximas a su pesar; más allá del expreso y consabido descargo de responsabilidad -por el que los hechos y/o personajes mostrados son ficticios, y cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia-. Resonancias latentes de un cainismo patrio del que parece no tenemos exclusividad plena…“Dejá todo igual y que le explote a ella en 2023”.

De este modo, la sombra dela dualidad necesidad/odio troquela el plano de relación de los contrarios, así como la de la incompetencia y el interés particular lo hace sobre el de los afines. Combinación idónea para una parálisis institucional que el corto deja más que implícitamente sugerida.”Sólo estamos arruinando el país a propósito”. Embebida en la confusión de un desopilante barullo.

Emboscada en sus ametralladasfrases, la fuerza de su concepción radica en la valentía de su apuesta, en la obscenidad de su detalle, en la medida vulgaridad de su palabra, en el alcance de su vuelo. La inquebrantable determinación por describir la idiosincrasia de una sociedad en ruinas. “Nadie sabe qué hace el presidente, nadie sabe qué hace la oposición. En este país nadie sabe qué carajo está haciendo. Esto es Argentina, papá. Acá se improvisa. Se ata con alambre. Se mete el gol con la mano”. Demoledor.

Aun pecando su cierre de un giro algo almibarado, en el intento de evitar la desolación a que conduce el resto de su metraje, la denuncia que eleva permanece incólume. No únicamente como testimonio de un mal particular que aqueja a un país en concreto, sino como espejo en el que observar reflejadas nuestras propias miserias,así como cuán cerca compartimos con ellos –ciertamente- muchas de ellas.Males de un sistema que parecen no desaparecer en el país del “presidente” Guille Aquino. Y aquí tampoco.

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